Desigualdad, corrupcion, gobernabilidad  y desarrollo

Desigualdad, corrupcion, gobernabilidad  y desarrollo

POR JOSÉ LUIS ALEMÁN S.J.
La corrupción sólo puede ser comprendida analizando sus causas. La secuencia desigualdad creciente – corrupción – ingobernabilidad – condena de la economía de mercado ofrece hipótesis esclarecedoras de las causas y efectos de la gran corrupción.

El tema de la corrupción vuelve y vuelve, señal de insatisfacción  persistente en el cuerpo social.

En los últimos meses han visto la luz pública dos estudios dominicanos sobre el tema: el de Ramonina Brea,Isis Duarte y José Vargas (CUEPS -PUCMM- CESDEM) sobre la “pequeña corrupción” en los servicios públicos dominicanos y el de  Jana Morgan, Rosario Espinal y Mitchell A. Seligson sobre la Cultura Política de la Democracia en la República Dominicana (USAID) con un capítulo dedicado a la corrupción.

Fuera del país E. Uslaner  en un Reader sobre Desarrollo editado por Mavrotas y Shorrocks en asociación con la Universidad de las Naciones Unidas (Palgrave Macmillan, 2007) presenta un notable artículo sobre Desigualdad y Corrupción.

Las dos primeras publicaciones estudian empíricamente la corrupción dominicana, fundamentalmente la pequeña de los servicios públicos dejando constancia de que la mayor  está en la concesión “grado a grado” o con licitaciones formales de inversiones públicas,  en una perspectiva política. En ambos estudios constatan los autores una paradójica dualidad: fuerte conciencia de la gravedad social de la corrupción, a pesar de no ser víctimas frecuentes de ella,  y apreciable tolerancia de la pequeña corrupción.       

 Corolario primero que se desprende de estos datos es la existencia de un equívoco: el término corrupción cuando se refiere a la de los Políticos con mayúscula difiere de la pequeña corrupción del macuteo y de los buscones.

      Corolario segundo: la gran corrupción, la pérfida y condenada corrupción, por ser  un estado de opinión no una experiencia, indica la creencia de que el Estado (¿o el Gobierno?) en su doble vertiente judicial y política discrimina sistemáticamente al ciudadano común, al que niega igualdad de oportunidades reales, en beneficio del ciudadano privilegiado.

      Corolario tercero: las políticas anticorrupción tienen que atacar el problema de fondo que justifica la pequeña corrupción y condena la otra. El ataque tal vez no deba limitarse a  exigir licitaciones públicas neutrales, rendición de cuentas o incluso revocación de mandato sino a purificar el caldo de cultivo que alimenta la gran corrupción.

       El artículo de Uslaner puede ayudarnos a entender mejor el origen de la corrupción.

1. Desigualdad creciente, corrupción, solidaridad y economía de mercado

     Podemos definir así la hipótesis fundamental de Uslaner: la desigualdad genera corrupción, ésta falta de confianza en los demás y en el Estado y ésta, a su vez,  malas expectativas sobre el futuro económico lo que frena el crecimiento económico y  mantiene la desigualdad. No necesitamos explicación refinada para entender la verosimilitud del proceso.

1.1 En una situación de  desigualdad creciente o permanente los pobres no tienen gran posibilidad de encontrar empleos formales y tienden a aceptar ingresos de cualquier origen. Los “virtuosos” tienen que emplearse en trabajos informales muchos de los cuales nacen y prosperan de la evasión de impuestos. 

     Por otra parte, los privilegiados en una sociedad desigual se muestran opuestos a los tribunales por considerarlos imbuidos del principio de igualdad de todos ante la ley y propicios a resolver extrajudicialmente  conflictos con inferiores.  Como era de esperar los estudios empíricos muestran su resistencia a políticas que privilegien a los pobres y sobre todo a leyes que ponen máximos legales a ingresos frecuentes en países socialistas europeos de antes del Muro de Berlín. Lógicamente los privilegiados apoyan una “economía de mercado” definida como aquella que no cuestiona la legitimidad de ningún tipo de ingresos ni trata de redistribuirlos socialmente vía impuestos.

    La ausencia de confianza de “pobres” y “ricos” en el Estado, en concreto en los tribunales que enjuician transgresiones criminales o administrativas, va acompañada lógicamente de una alta confianza o por lo menos apoyo a los “suyos”: los pobres defienden a los pobres; los ricos a los ricos.

1.2  Estadísticamente se ha comprobado una fuerte correlación entre grados de igualdad y aceptación de tribunales que castigan fuertemente a quienes desobedecen las leyes siempre que respeten el debido proceso. Una alta evaluación de los tribunales depende de la creencia de quien sea llevado a ellos será tratado equitativamente. Empíricamente a nivel de nación una buena distribución del ingreso va de la mano con la percepción de recibir igual tratamiento frente a la ley.

    La desigualdad creciente o muy acentuada, más que la pobreza misma, estimula tanto la corrupción como el irrespeto a la ley y la dificultad en aplicar judicialmente igual trato a todos los ciudadanos. Siendo los organismos de administración de justicia tan importantes para la gobernabilidad tenemos que concluir que el objetivo primario de las reformas administrativas contra la corrupción convendría centrarlas en la lucha por una mayor igualdad aunque sin duda alguna la debilidad de los tribunales y los gobiernos es de hecho a la vez efecto y causa o por lo menos reforzadora de desigualdad. Esta situación ayuda a comprender mejor las dificultades de disminuir sustancialmente la corrupción.

    La historia nos enseña que en algunas ocasiones el nacimiento de movimientos marginales de extrema radicalidad nacidos de un descontento general con la desigualdad y la corrupción han resultado factores importantes en la renovación social. Tanto en la Iglesia, movimientos de foculares y de luteranos y calvinistas, como en el de los Estados, movimientos marxistas y populistas, han acelerado y hecho posible reformas profundas.

1.3 Uslaner en el articulo que sirve de base estas reflexiones postula una cadena causal entre la percepción de la creciente desigualdad y de la corrupción publica, por una parte, y las expectativas para el futuro del país, de la legitimidad del gobierno, de la solidaridad social y del apoyo a una economía de mercado, por otra parte.

    Hay que distinguir, sin embargo entre percepciones del individuo como persona (si espera que le vaya bien o mal) y de la sociedad en general. Los indicadores para esta percepción política responden a dos preguntas básicas: ¿se mueve el país en una dirección equivocada o correcta? ¿se evalúa la gestión del gobierno favorable o negativamente? Para Uslaner las expectativas importantes en política y economía son las de la polis o nación, y no las de personales individuales.

    Otra aclaración pertinente se refiere a la corrupción: a la “pequeña” (periodistas, maestros, médicos, empleados públicos) estudiada por Ramonina Brea y otros en la Republica Dominicana, a la “grande”, la de gente importante en poder y dinero (“políticos, congresistas, secretarios de Estado, jueces, electos para el poder Municipal y hombres de negocios”) y la de simples regalos a personas con las que uno se siente unidos por gratitud.

    La ultima, efecto de la gratitud y no de espera de favores especiales, la ejemplificada en regalos a médicos, mejor es no considerarla como corrupción. Los regalos a jueces y funcionarios pueden ser tenidos por corrupción solo si superan límites establecidos por el uso.

    La “pequeña corrupción” parece tener poca importancia como factor de desconfianza social y probablemente también de desconfianza en el Gobierno en general. La “grande” si es destructora de la confianza y credibilidad del Estado. La razón mas obvia de esta importancia reside en alterar la escala publica de evaluación al anteponer el favor, partidista o familiar, a los meritos. Cuando este criterio se aplica a contratas publicas, a aprobación de leyes, a nombramientos en el tren administrativo, a incumplimiento impune de procedimientos administrativos y legales establecidos y hasta de sentencias de los tribunales la perdida de confianza y de credibilidad en el Estado resulta inevitable.

   Como en la practica parece imposible poder distinguir claramente la naturaleza de fenómenos sociales complejos como la desigualdad, la corrupción y la gobernabilidad que bien pueden ser elementos comunes de un mismo fenómeno social y no “realidades” distintas, no podemos buscar direcciones claras de causalidad entre posibles manifestaciones de una realidad mas amplia. Nos basta decir que se dan simultáneamente.

2. Impacto económico del trimonio presentado

2.1 Las tesis de Uslaner, apoyadas en varios estudios empíricos, colocan la importancia económica negativa de la corrupción en su potencial destructivo de la credibilidad social de los ciudadanos en su mutuo trato y de la confianza en el Estado. Al favorecer el criterio de favoritismo sobre el de merito (social o económico) se modifica profundamente la base de expectativas de rentabilidad y se elimina el factor del bien común como objetivo del Estado y de la sociedad.

   Este enfoque modifica los criterios económicos usados para estimular el costo de la corrupción: en general uso ineficiente de fondos públicos y alto costo de oportunidad, disminución consecuente de gastos públicos prioritarios.

    Con el nuevo enfoque se tienen en cuenta, además, los efectos sociales y políticos deletéreos de la corrupción y se centra la atención en la creación de expectativas de futuro, elemento clave para el crecimiento económico.

2.2 Debemos a Keynes la inclusión de las expectativas de futuro como determinante de las inversiones y del nivel de oferta de las empresas. En sus esfuerzos por explicar, en la gran crisis de los 1930, el desempleo masivo del parque de capital existente y de mano de obra técnicamente calificada postulo Keynes la importancia decisiva de las expectativas de futuro (flujo esperado de ingresos de una inversión que se hace en la actualidad). En español: el futuro esperado (el único que pesa en el presente) determina el presente de las inversiones.

    Si esto es así, algo que generalmente suponemos como valido, las expectativas de futuro en una sociedad con creciente desigualdad y fuerte corrupción, se basan en parte apreciable en la solidez de los vínculos de los inversionistas con funcionarios del gobierno en turno y con su permanencia en el futuro (algo que depende del partido y de los grupos dentro de el) y no con mercados dominados por la oferta y la demanda.

    Este futuro político es incierto porque depende de la permanencia en el poder de los “protectores”. En el caso de países con democracia representativa y cierta alternabilidad del poder político introducimos una dosis de riesgo político adicional al económico o tecnológico. En principio el inversionista, para contrarrestar ese nuevo riesgo, buscará aumentar al máximo su rentabilidad a corto plazo incrementando artificialmente los costos y preferirá e invertirá, como decía Anne Krueger, inversiones especulativas protegidas y rentables a un  muy corto plazo.

    Si las expectativas de la sociedad sobre su futuro económico incluyen una desigualdad creciente o al menos persistente, el control mínimo del Estado puede bajar a tales profundidades que la falta de legitimidad de su autoridad cree expectativas de extrema volatibilidad, de caos económico y hasta de “Estado fallido”.

2.3 Otra consecuencia económica de importancia de expectativas para el futuro es, esta vez en la óptica schumpetariana, el uso del talento empresarial siempre escaso en lograr rápidas ganancias dependientes del favor publico con poca consideración al aspecto “real” (bienes o servicios) y a la distribución del ingreso nacional. Aunque percibimos desde hace tiempo el divorcio de lo real y lo financiero tenemos que reconocer la importancia creciente de inversiones político-especulativas en los países en desarrollo con débiles instituciones de defensa efectiva de los derechos de propiedad y de seguridad contra decisiones del Estado.

2.4 Efecto económico de la corrupción es también el enriquecimiento rápido y descomunal de los activos de los enllavados en el Gobierno y su traducción en un consumismo extremo que equilibre con su práctica el trauma de su anterior pobreza y la falta antes sufrida de aprecio social.

    Me parece discutible la tesis de que la pobreza aun acompañada de una fuerte dosis de desigualdad pero sin consumismo cree por si misma corrupción y desconfianza social y política. La desigualdad puede darse y se da en la diferencia cuantitativa de bienes más o menos asequibles a “todos” los miembros de una comunidad. La victoria del consumismo canoniza en cambio la carencia definitiva, para buena parte de la sociedad, de precisamente los bienes y servicios privilegiados y manifiesta la total falta de potencial del trabajo para alcanzar esos niveles de consumo.

    Frente a esta impotencia de poder de consumo del salario existen varias posibilidades teóricas: revelarse contra los privilegiados (la tesis marxista), aceptar estoicamente la situación y seguir trabajando por un cierto mínimo socialmente aceptado como única manera moral o religiosamente aceptable de vivir, tratar de conseguir el consumo por otros medios distintos del trabajo (drogas, violencia…), luchar por políticas sociales redistributivas que apunten a una menor desigualdad de oportunidades.

    Hechos innegables son hoy en día el afán por alcanzar niveles altos de consumo mas que luchar contra el superconsumo, el escepticismo sobre la voluntad política del Gobierno para lograr una mejor distribución de oportunidades, la devaluación del salario y del trabajo como instrumentos claves de progreso personal, y el aumento del numero, pobres, ricos y profesionales, de quienes usan métodos ilícitos y “corruptos” (¿ellos o quienes lo usan?) para subir.

3. Conclusión

   La corrupción solamente puede ser comprendida teóricamente profundizando posibles causas diversas. Es muy posible que la secuencia desigualdad creciente – corrupción – ingobernabilidad – condena de la economía de mercado ofrezca hipótesis esclarecedoras de las causas y efectos de la gran corrupción.

    Si esto es así haríamos bien en rediseñar mejor la lucha contra la corrupción. Desigualdad, tribunales, gran corrupción y consumismo son nudos importantes de la corrupción.

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