Desigualdad vs. desarrollo

Desigualdad vs. desarrollo

La desigualdad es tanto un problema entre los niveles de desarrollo y bienestar entre los países como al interior de estos. Entendamos que hablamos de que los ricos son cada día más ricos y los pobres más pobres. El problema no radica en la riqueza sino en los niveles de pobreza. La cuestión no es la generación de riqueza sino su distribución inapropiada que deja al Estado sin recursos imprescindibles para atender la marginación y garantizar a la población niveles mínimos de satisfacción de sus necesidades. En la mayoría de las naciones desarrolladas el Estado amortigua el problema con una política fiscal redistributiva haciendo pagar más a los que más ganan. Lo que no parecen entender muchos en el mundo es que mientras menos pobreza haya en el conjunto de naciones pobres – la enorme mayoría de la comunidad internacional – más exportaciones se generarían y más riqueza para las economías con más potencial. A la vez, lo que no visualizan muchos empresarios, al interior de sus naciones, es que mientras menos pobreza, más demanda.
Las grandes diferencias salariales son una de las buenas causas de las desigualdades en la distribución de la renta. Con el agravante de que se promueve la tendencia de minimizar los instrumentos de amortiguamiento de la desigualdad. De acuerdo con la OCDE aun durante la crisis las retribuciones de los grandes ejecutivos y asesores siguieron aumentando en tanto el del resto de la empleomanía se redujo. Esta organización de las naciones del mundo desarrollado señala que la desigualdad ha llegado al más alto nivel en 30 años en sus países miembros. Señala el caso de España – en buena medida causante de su crisis política – donde los ingresos del 10% de la población más marginada han descendido en un 13% anual y al 10% más pudiente se le redujo solo en un 1.5%. Lo contraproducente de ello lo resalta la propia OCDE cuando advierte que por cada punto de reducción de la desigualdad se agrega un 0.8% de crecimiento los 5 años siguientes.
Efectivamente, la creciente desigualdad es una amenaza contra la propia estabilidad del sistema generando escepticismo en el mismo, desprendimiento con los objetivos y la falta de esperanza. Todo ello es un caldo de cultivo para una crisis de consecuencias imprevisibles. Es urgente introducir una estructura fiscal, acorde con las características y niveles de desarrollo de cada nación, que permita al Estado disponer de recursos para atender la “deuda social”. Por otra parte, hay que ampliar las opciones de educación y calificación para que puedan incrementarse la igualdad de oportunidades.

Sí, hablamos de un mundo caótico, donde los niveles de pobreza, y desigualdad que conlleva la misma, se hace insostenible y la clase política comete un grave error al no comprenderlo. Informes muy serios alertan de que solo el 1% de la población mundial absorbe la mitad de todos los activos globales: precisemos, los que poseen un patrimonio de al menos 800 mil dólares atesoran tanto dinero líquido o invertido como el 99% del resto del mundo.

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