Desigualdad y no igualdad

Desigualdad  y no igualdad

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Cada actitud nuestra es para arrebatar una batalla a la verdad; aun aquellos de los que suele decirse que son unos malvados, la mayoría de las veces, cuando le interrogamos confiesan su arrepentimiento o nos manifiestan que la actitud que tomaran en tal o cual circunstancia se debió a que creían actuar sinceramente o porque haciéndole el mal a unos cuantos podían favorecer a una mayoría constituida por toda una nación, ahora bien, con esto no queremos decir que todos los hombres son absolutamente buenos; no, afortunadamente para la felicidad de la humanidad, o más bien para su bienestar, todos los principios o acuerdos que se toman, tienen inexorablemente una excepción o desacuerdo, pues que, para que exista la estabilidad de las cosas es necesario el equilibrio y para que esto último exista es necesario de dos fuerzas de igual valor y directamente opuestas, por eso existe la felicidad, cuyos instantes son tan efímeros, pero que equilibran con los instantes de desdicha pasados; por esa misma eterna ley del equilibrio, existe el religioso y el ateo, el bondadoso y el envidioso. No podemos concebir una sociedad donde todo marche al mismo ritmo y todos, en virtud de la igualdad, desempeñen con la misma capacidad sus funciones; porque indudablemente existen individuos cuyo desarrollo intelectual, cuyo grado evolutivo está por encima de la mayoría, por eso toda igualdad de condiciones –opina Rodó- es, en el orden de la sociedad, como toda homogeneidad es en el de la naturaleza, un equilibrio inestable.

Luego, debemos luchar por mantener una oposición allí donde nos amenaza una igualdad de condiciones, porque permaneceremos estancados, sin posibilidad alguna de progreso o adelanto intelectual; porque allí donde la igualdad domine, es seguro que la mediocracia regirá el destino de aquellos seres mediante los cuales se identifica un período o una época, sin embargo, no debemos confundir esta desigualdad con la que antes existía ante la ley, no, de ninguna manera abogaríamos por un retroceso en la constitución de la sociedad.

 

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