Desintegrados por los políticos

Desintegrados por los políticos

De repente, los dominicanos, nos estamos dando golpes en el pecho y emitiendo gritos de dolor, ante la realidad de que el monstruo que incubamos, por nuestra irresponsabilidad, ya nos amenaza para devorarnos y convertirnos  en algo peor de lo que ocurre en los estados fronterizos mejicanos con Estados Unidos, donde impera el poder de los carteles de las drogas.

 El encuentro santiaguero del pasado sábado,  donde todo el mundo se dio golpes en el pecho y prometió enmendar sus acciones, sirvió  para espabilarse y darle el frente a la violencia rampante, que ya nos obliga a refugiarnos en los hogares a todas horas, rogando que no se nos presenten esos asaltantes, que sin importarle  ni temerle  a las autoridades, puesto  que la mayoría de las veces cuentan con su apoyo incondicional,  dominan el escenario citadino en zonas muy vulnerables y explosivas.

 Llegar al origen de la desintegración  de la sociedad, que está arrojando tantos antisociales  a las calles, hay que buscarla en tres vertientes. La primera es el deterioro  tan pronunciado de la calidad de la educación, que desde hace varias décadas, con el aumento de la población, empujó a que más gentes insatisfechas no tuvieran ningún incentivo para avanzar en su superación y ser apartados del tren de la producción, quedándoles acudir  al sendero de la delincuencia o enrolarse en algún  cuerpo del orden.

  La segunda  vertiente es la descomposición de la familia, y casi su total  desaparición como núcleo social y moral, cuando  por sus intereses, ahora, no tienen preparación ni tienen ningún basamento de fomentar  los valores morales  y religiosos, que antes eran imprescindibles en los hogares. La pequeñez de la población, por vivir en una isla,  permitían ser más unidos y solidarios, en donde jugaba un papel importante las raíces religiosas, que si bien acomodadas a la mentalidad dominicana, proporcionaban más integridad  a sus componentes. 

 Una tercera vertiente,  que sin dudas   es parte fundamental para entender la crisis y de lo que está ocurriendo, es la masiva e indetenible invasión de inmigrantes haitianos, que en oleadas cruzan libremente  la inexistente frontera, achicando  el espacio en donde hubiese seguridad de trabajo, de educación para los dominicanos y de consolidación de la familia para disfrutar  de la tranquilidad a la que todos tenemos derecho. Ahora podemos vernos sacudidos  por una ráfaga mortal que nos elimine, dejando luto y dolor en todos los afectados. Los haitianos empujan hacia la marginalidad a los dominicanos, que desplazados  de sus trabajos, optan por buscarse la forma de emigrar o engancharse a una entidad castrense desde donde  incrementan la ola de violencia, ya que con un arma legal, y  pagados  por el Estado, estimula para acribillarnos. 

 En definitiva, el encuentro sabatino del día 10 en Santiago sirvió para sacudir a los funcionarios, que de repente descubrieron lo que había que hacer, aparte del disfrute de sus abultados salarios y gozadera de los buenos restaurantes o de cabañas en montañas y playas. Se han dado  cuenta que a ellos también les concierne la situación,  mirando a su alrededor para entender de cómo se nos arrincona, sin que nadie nos defienda,  pese a que pagamos impuestos para tales propósitos,  y no que sea dilapidado en flagrantes actos de corrupción o perpetuarse en el poder. 

Publicaciones Relacionadas

Más leídas