Desmantelamiento de la Polícia

Desmantelamiento de la Polícia

SERGIO SARITA VALDEZ
El 27 de febrero de 1963, luego de haber obtenido el Partido Revolucionario Dominicano una contundente y abrumadora victoria electoral frente al partido Unión Cívica Nacional, tocó al profesor Juan Bosch, presidente constitucional de la República, pasar a dirigir los destinos nacionales de un país que durante tres décadas había tenido que soportar una de las más férreas dictaduras que se han registrado en el mundo.

Gobernaría con las mismas Fuerzas Armadas y Policía que antes eran las encomendadas para oprimir, torturar y asesinar a muchos opositores al trujillismo.

Jamás le pasó por la mente a Juan Bosch, ni a ninguno de sus colaboradores, disolver los cuerpos castrenses que habían sido la columna vertebral sobre la que descansó el poder del oprobioso y sangriento tirano. Sin embargo, para sorpresa de algunos, en los siete meses que duró la administración democrática encabezada por el eminente e ilustre vegano y hombre de letras latinoamericano, el pueblo vivió un corto período de su historia donde ni se mató por razones políticas, ni mucho menos se permitió el robo de las arcas del Estado. Muy por el contrario, esas mismas Fuerzas Armadas y Policía Nacional fueron puestas al servicio del pueblo y por consiguiente de la defensa de los mejores intereses de la patria.

Más de 40 años han transcurrido desde la desaparición física del sátrapa y aún trasciende en el subconsciente de uno que otro funcionario el instinto emulador de la imagen de poder de Rafael Leonidas Trujillo. Esa pudiera ser una forma de entender el afán desmedido que se percibe cuando una dependencia gubernamental trata de engullirse las áreas que tradicionalmente han sido del dominio de otras instancias. Nos referimos específicamente a los laboratorios de criminalística que son indispensables para la correcta operación de una policía moderna y técnicamente eficaz en la investigación y la persecución de criminales que operan en la sombra a los cuales es preciso identificar para que luego puedan ser traducidos a la acción de la Justicia.

Bajo ninguna circunstancia debe darse el lujo la sociedad dominicana de permitir que se debilite la capacidad tecnológica del cuerpo investigativo policial. Mucho menos en una etapa tan crucial como la que vive nuestro pueblo. Aún no hemos sobrepasado la crisis económica en la que nos hundiera el recién pasado gobierno pepehachista, con el consabido auge del narcotráfico y la delincuencia en general, razón por la que, más que debilitar lo que demanda la hora crítica es reforzar los organismos persecutores e investigativos de violencia y el crimen.

La policía nacional amerita que se le brinde todo el apoyo necesario para su modernización, capacitación y equipamiento tecnológico de primera, a fin de ponerla en condiciones se salir airosa a los retos que el crimen organizado tanto criollo como extranjero le imponen. La sabia decisión del presidente doctor Leonel Fernández Reyna de poner al frente de dicha legendaria institución a un dinámico y capaz profesional de la investigación criminal, debe que ser acompañada por un apoyo decidido a la ampliación y tecnificación de los hombres y mujeres que componen sus filas. Pretender desmantelar y dejar en la orfandad tecnológica a nuestra Policía Nacional bajo el alegato de ponerse a inventar y ensayar nuevos modelos de «paralelismo civil» se podría comparar con el desmantelamiento de un cuerpo de bomberos ducho en los quehaceres del fuego, a fin de sustituirlo por una nueva entidad fantasma que no sepa ni cuente con experiencia suficiente para que pueda enfrentar con éxito la avalancha de incendios sociales que los recientes ajustes fiscales y la actual coyuntura electoral pronostican.

Es tiempo de reforzamiento tecnológico de los institutos castrenses, muy especialmente de la Policía, con el propósito de colocarla a la altura de los nuevos tiempos, para que rinda una labor fructífera en el incremento de la seguridad, la paz y el progreso armonioso de las fuerzas productivas en estos borrascosos tiempos de globalización, terrorismo y auge del narcotráfico.

El doctor Leonel Fernández Reyna hace denodados esfuerzos por mejorar la seguridad y la paz ciudadana, a través de la asignación de recursos humanos y financieros a las instituciones arriba mencionadas, por lo que nos sentimos en el deber de apoyarle y de alertarle en tan noble empeño.

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