Desorden de la autoridad

Desorden de la autoridad

Está usted entre aquellos que el pasado viernes en la mañana vivieron horas de desorientación para cruzar la autopista Duarte a la altura de Los Jardines del Norte? Quizá no fueron muchos conductores. Es probable que fuésemos unos pocos despistados, ajenos al correr del mundo. ¡Inclúyanme entre aquellos que viven para completar el número de habitantes de la República!

No leí la profusa campaña de prensa escrita y tampoco estuve al tanto de la igualmente considerable serie de avisos dados a conocer en radio y televisión. El caso es que una diligente autoridad avisó que el viernes pasado no habría entrada o salida desde la calle Jardines de Kyoto. Como la intensa campaña de advertencia fue ignorada por nosotros y por el desconcierto que observé, por otro centenar de choferes, perdimos el tiempo.

Andábamos perdidos por las calles del sector. Con uno de éstos, con quien topeté en dos ocasiones, porque tanto él como yo evadimos una larga cola en la avenida de Los Próceres, conversamos. Él inspiró este escrito. No porque lo sugiriese, sino porque criticó la carencia de orientación en las calles. Estuve de acuerdo con él  Y concebí estas líneas.

A la calle Jardines de Kyoto se nos conducía por dos vías troncales. Para llegar a ella se instalaron letreros de orientación. En la mañana del viernes los letreros seguían en su sitio, al igual que en el día que los montaron. Al desembocar sobre ella desde el lado norte, comenzaban las dificultades. El conductor topetaba con un trabajador, civil, junto a un tanque utilizado para echar desperdicios. El obrero detenía a los conductores a doscientos metros de la obstrucción y le sugería cruzar los Jardines del Norte en retorno a Los Próceres. Desde el lugar se contemplaba el lento movimiento vehicular de la autopista Duarte. Y a un agente de tránsito que, junto a los obstáculos colocados para evitar el paso, indicaba la necesidad de devolverse.

Miré la escena. Admito que es muy propia del país. Sueño, sin embargo, con la posibilidad de que, en circunstancias como las vividas, se apliquen disposiciones contingentes que eviten molestias, pérdida de tiempo e innecesario gasto de combustible. Para concebir tales medidas no es imprescindible tener un coeficiente de inteligencia de cien o más puntos. Basta tener espíritu de servicio. ¿Contemplan un chofer que se dirige a la calle Jardines de Kyoto? Además de una buena provisión de letreros, se tiene un personal que indique alternativas.

Con ese país sueño. Y tengo seguridad de que algún día, nuestros tataranietos se estarán acercando a ese tipo de país. Tengan la seguridad de que esos modos de vida llegarán.

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