Desperdicio de un buen servicio

Desperdicio de un buen servicio

Salvo raras excepciones, si las hay, las instituciones públicas manejan sus cuentas en el Banco de Reservas, que es del Estado y brinda servicios de alta calidad, que nada tienen que envidiar a los de la banca privada. ¿Por qué no ocurre lo mismo con el Instituto Postal Dominicano (Inposdom), que ha alcanzado metas de excelencia de servicio? Modesto Guzmán, director de este organismo, lamenta que en la administración del Estado, solo el Banco de Reservas utiliza sus servicios para envío y distribución de documentos.

El Inposdom ha logrado eliminar sus fallas y en cuanto a calidad de servicio se ha colocado a la altura de oficinas postales de países altamente desarrollados. Ha sido puesto en condiciones de brindar todos los servicios que brindan los correos más competitivos y lo hace a costos moderados. Sin embargo, las dependencias del sector oficial parecen tener preferencia por los correos privados, desdeñando los servicios idóneos del sistema oficial de correos.

Un motivo de orgullo en los Estados Unidos, Alemania, Francia y Gran Bretaña, por solo citar algunos países altamente desarrollados, es la excelencia de los servicios postales oficiales. Aquí, en cambio, desperdiciamos la alta calidad del Inposdom, un organismo que debería merecer una cuota importante de la demanda de servicios postales que generan el Estado y el sector privado.

RECETA PARA  UN CUELLO DE BOTELLA

La meta de construir diez mil aulas en el presente año parece difícil de cumplir. Razones burocráticas, más que otros motivos, trabaron el inicio de las obras, que fueron asignadas a ingenieros de todo el país mediante concursos. No se sabe cuáles alternativas baraja el Gobierno para vencer el estancamiento, pero el ingeniero Teodoro Tejada, ex presidente del CODIA, propone que parte de los recursos para las obras sea distribuida entre el Ministerio de Obras Públicas y la Oficina Supervisora de Obras del Estado.

Según esta propuesta, las dos instituciones eliminarían parte de la burocracia que retrasa el pago de cubicaciones y el avance de las obras. La idea es que se pueda hacer realidad la aspiración del Gobierno, de cerrar el presente año con las diez mil aulas terminadas. Ahí está, pues, una receta para resolver el cuello de botella que ralentiza la marcha del plan de expansión escolar.

 

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