Un pueblo no soporta más presión, nos resistimos a pasar más hambre cuando existe la posibilidad de vivir en abundancia y, tampoco soporta pagar más impuestos cuando no podemos ver los beneficios de forma tangible y colectiva. El gobierno dominicano, encabezado por el presidente Luis Abinader, sirvió de chispa para encender la mecha que activó y aunó a todos los sectores y esferas de la sociedad dominicana; además, despertó a un pueblo que estaba socialmente dormitando y pasivo. Sin saberlo, motivaron a un despertar de la conciencia social.
El gobierno, sin proponérselo, ha construido un escenario político y contestatario, una especie de teatro social, donde los actores -el mismo pueblo- hemos decidido estar fuera del control del director de la obra; como protagonistas de esta obra vivencial, estamos desempeñando y defendiendo nuestra existencia social: Nuestra comida, nuestra salud, nuestro vestir y nuestro techo. Además, existe una clase empresarial que se ha visto obligada a sumarse a la conciencia social que ha surgido en respuesta a la reforma fiscal procedente de una mala administración y de una cultura del tigueraje.
En los últimos 40 años, los dominicanos hemos tenido gobiernos nocivos, que se han distinguido por una administración basada en el tigueraje; dirigentes “astutos” con una brillantez para maniobrar y obtener lo que ellos desean a través del fraude o por el canal que sea. Esta conciencia social que se ha obtenido en los últimos días, debe dar un brinco e impactar y frenar no solamente a la reforma fiscal, también debe ir más allá de los impuestos, debe confrontar la parte sistémica, la corrupción, el clientelismo, la ausencia del castigo a los que violan la ley y todos los procedimientos necesarios para que un país funcione con efectividad.
Es urgente que como país y como pueblo pasemos de las quejas a las acciones con resultados medibles, no solamente es crear conciencia, a esto debemos añadir el componente de la abolición. Así es, como sucedió en el siglo pasado, que muchos países mermaron y abolieron la marginación social, la exclusión, la desigualdad y la injusticia. Como dominicanos debemos recordar cuando los trabajadores se organizaron para obtener un salario más digno. Hay que recordar la abolición que se logró, logrando que las mujeres pudieran votar. Una persona que nadie puede olvidar es Martin Luther king y aquella mujer llamada Rosa Parks que lucharon para eliminar la discriminación y por la igualdad de derechos entre blancos y negros. Hay una persona que podemos usar como modelo de conciencia social y para abolir las prácticas virulentas que nos mantienen en una pobreza espiral, me refiero Mahatma Gandhi; él se ha convertido en un modelo de la Paz, incentivó la resistencia y la desobediencia civil, pero pacíficamente, para liberarse del Imperio Británico. Gandhi pensaba desde una perspectiva del Reino de Dios, hasta el punto que quería abolir las castas. Nunca motivó la violencia física o verbal entre las religiones.
Bueno, otro modelo incomparable es Jesús, entregó su vida por los demás, comió con los pobres, con los ricos, con los “ateos”, no rechazó a las mujeres, y sobre todo, nos mandó a vivir una vida en abundancia. Para vivir una vida en abundancia debemos abolir los males que generan los malos funcionarios, congresistas o cualquier presidente con exceso de poder. Abolir el mal es un deber intrínseco del ser humano. Debemos crear conciencia y es tiempo de organizarnos para abolir los comportamientos que afectan a todos los sectores. La acción de la abolición no es una guerra en contra de los ricos o de aquellos que gobiernan, es implementar la equidad, la justicia y la dignidad en cada familia dominicana. No importa el gobierno que esté, el pueblo debe de estar por encima de los intereses partidarios. Gritemos todos: Despertó la conciencia social: ¿Y qué queremos abolir?