Despidiendo a un buen hombre

Despidiendo a un buen hombre

El domingo 25 de este mes tuvimos la tristeza de acompañar a su última morada al doctor Fernando Amiama Tió (Marullo), ex secretario de Trabajo, ex presidente de la Cámara de Diputados y sobre todo ex canciller de la República, desde donde protegió, apoyó y se ganó el respeto y el cariño de una serie de funcionarios que a pesar de los vaivenes de nuestra política se han mantenido por décadas como funcionarios de carrera en nuestra Cancillería, entre los cuales me incluyo. Conocí al doctor Amiama como profesor de la entonces Universidad (luego Autónoma) de Santo Domingo.

Luego del ajusticiamiento de Trujillo el  30 de mayo de 1961, en que su hermano Luis tuvo uno de los papeles protagónicos, lo encerraron en las ergástulas trujillistas, donde fue sometido a los maltratos y torturas caraterísticos del régimen.

A principio del mes de julio de ese año se fundó la primera Federación de Estudiantes Dominicanos (FED) de nuestra historia; 16 estudiantes formamos el Comité Provincial y una de sus primeras tareas fue solicitar a las autoridades competentes e informar a la prensa nacional e internacional la solicitud de la puesta en libertad del doctor Amiama Tió y del estudiante Juan Tomás Díaz Astacio (Tomasito), hijo del general JuanTomasDíaz y querido compañero del suscrito por más de 8 años.

Al dotor Amiama lo pusieron en libertad y a Tomasito lo asesinaron los esbirros de Ramfis.

Tan pronto salió de la cárcel el doctor Amiama la FED nombró una comisión compuesta por el hoy doctor Rafael Alburquerque, actual vicepresidente de la República y por quien esto escribe. Recuerdo que el doctor Amiama cuando nos recibió tenía una camisa blanca y un pantalón caqui que serían 5 ó 6 números más de los que él usaba. Le dijimos que íbamos a solicitar su reposición como catedrático y que contara con nuestro apoyo para lo que el necesitara.

Otro encuentro importante con el doctor Amiama fue en 1962, cuando junto con otros compañeros y siendo él consultor jurídico de la Cancillería nos envió a estudiar Derecho Internacional a México. En el año 1966 yo estaba recién llegado de Venezuela, donde me había enviado el ex presidente García Godoy como militar constitucionalista. Mi familia y yo éramos hostigados por las autoridades militares de entonces, allanándonos con metralladoras en manos la casa de mis padres, donde entonces residía con mi familia, lo mismo a una granja de pollos que compartía con mi tío Homero Hernández Almánzar.

Es en esta situación que me encuentro al doctor Amiama en una recepción y al preguntarme como estaba le expliqué mi situación y él me dijo: “Yo voy a hablar con Balaguer, y te voy a enviar como primer secretario a Argentina”.

Pasaron algunas semanas y una tarde del mes de mayo me llamó a su despacho y me dijo “Balaguer estaba reacio, pero conseguí su aprobación; ahora el sueldo no quiero ni decírtelo”. Me lo escribió en un papel. Mi tío Homero Hernández Almánzar, que estaba conmigo, me convenció de aceptarlo.

Gracias a ese gesto del doctor Amiama Tió quizás salvé la vida, llegó la tranquilidad a mi familia, pude graduarme de licenciado en Relaciones Internacionales en la Universidad de los Jesuitas en Buenos Aires, entre otros estudios que allí realicé, y encaminé mi vida.

Traté de visitarlo últimamente pues hacía tiempo no lo veía; con el embajador Miguel Antonio Rodríguez habíamos arreglado un encuentro pero el tiempo pasó, y no cuajó la visita; por eso escribo estas líneas para dejar constancia que los que algunas vez estuvimos cerca de “Marullo” solamente podemos hablar de su capacidad, su honestidad, su trato, su sinceridad; estamos seguros de que descansa en paz, ya que en su vida fue un buen hombre.

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