Despido de empleados

Despido de empleados

VÍCTOR MELITÓN RODRÍGUEZ R
En esta segunda entrega, y antes de abordar las cuestiones de estructura, subsistemas y funcionamiento, planteadas en torno al régimen integral de Servicio Civil y Carrera Administrativa, conviene que veamos a grandes rasgos asuntos como los siguientes: (1º.) la grave situación que representa la desocupación de grandes contingentes de mano de obra; (2º.) la propuesta presidencial de que el Poder Ejecutivo, el Congreso Nacional y los Ayuntamientos firmen un pacto político orientado a evitar el desplazamiento de la mano de obra calificada que en nuestra Administración Pública arrastran los cambios de Gobierno cada cuatro años; y (3º.) la búsqueda de solución al desempleo crónico que corroe a nuestra sociedad nacional, que habría de considerarse como la única garantía real -o al menos una importante garantía- del cumplimiento de lo que pudiere acordarse entre los agentes de gobierno señalados. Veamos tales asuntos.

(1º) Más que un simple pálpito tengo la firme convicción de que, si el Gobierno Nacional y los demás agentes del accionar político y económico del país no demuestran fehacientemente que son capaces de promover y alcanzar tasas razonables de empleo, mediante participación nativa y externa, se frustrarían de forma irremisible los más sanos acuerdos que pudieren establecerse en el propuesto pacto. A fin de lograr tasas razonables de empleo no bastarán las buenas intenciones que sean declaradas; se necesitarían, a mi modo de ver las cosas, grandes, claras y sostenidas acciones de Estado destinadas a conjurar tan degradante situación; así como se requerirían, más que declaraciones firmes, acciones decididas, suficientes y eficaces para alcanzar las metas que se tracen. En tal sentido talvez sería de aconsejar que la convocatoria fuese extendida a un mayor número de interlocutores verdaderamente representativos de nuestra sociedad nacional, incluidos por supuesto el gran empresariado, las organizaciones principales de trabajadores, una significativa representación de la sociedad civil que esté decidida a aportar sugerencias y acciones, y en fin, núcleos representativos de toda la sociedad.

Se nos podría decir que un conglomerado tal sería una mera ilusión y hasta una forma segura de ir a la frustración, por participación extrema. De lo que creo estar seguro es de que, sin acciones revolucionarias -en el mejor sentido del término, y por respeto a todos los dominicanos- no será posible ganar la estimable meta representada en suficientes tasas de empleo de mano de obra -debidamente pagada- que en verdad resulten solucionadoras del objetivo tan valioso de la convocatoria que se está presentando o que debe ser formalmente presentada al pueblo dominicano. Lo demás podría venir por añadidura…, me atrevo a pensar, o a soñar… una vez más.

Entiendo que no estamos hablando un lenguaje de niños ni de demagogos, sino de ciudadanos conscientes de sus responsabilidades, por demás ineludibles.

(2º) En cuanto a la referida propuesta del señor Presidente de la República, en el sentido de firmar un pacto del gobierno central con el Poder Legislativo y los gobiernos de los

municipios, entiendo que el Jefe del Estado y su equipo colaborador cercano han de estar pensando en cuáles habrían de ser los instrumentos o mecanismos a ser diseñados y accionados, de modo que las magnas jornadas a emprender puedan conducirnos, con una gradualidad razonable, más no desesperante, a logros compatibles con las necesidades de empleo, nutricionales, de protección y salubridad de las familias, de vivienda decente, educación, transporte y desarrollo social y cultural de nuestras masas irredentas… desde hace ya… ¿cuántos siglos?.

Si «comer es primero», la mesa nacional ha de ser suficientemente amplia, para tan sólo poner un ejemplo de las innumerables y graves tareas que esperan a todos los servidores públicos, servidores que -sea dicho de pasada- deben tener plena conciencia de que su misión esencial es la de trabajar en favor de todo el pueblo, no servirse de lo que a todo el pueblo pertenece.

El señor Presidente tiene talento suficiente para motivar, convocar y conducir a jornadas ciudadanas que puedan ser creíbles, aleccionadoras y ejemplarizadoras. Como los demás dominicanos de fé, quiero conservar esperanzas razonablemente realizables. Otros pueblos han podido, -¿por qué no el pueblo dominicano…?-

Quien no se atreve a actuar con fé, decisión y coraje firmes y suficientes, nunca alcanzará ninguna gloria. Más, aunque esa gloria no sea alcanzada, en concreto o en abstracto, cabe pensar que no es precisamente de ello de lo que se trata, sino de vivir, sufrir y emanciparse junto a todos los dominicanos de buena voluntad, injustamente sufrientes.

(3º) Sólo resolviendo a fondo el gravísimo problema del desempleo y el sub-empleo, junto a la fijación de salarios cada vez más justos, lo mismo que afrontando decididamente otras realidades que dejan de lado la consideración a la dignidad humana, será posible poner en marcha un razonable, moderno y respetable sistema integral de Servicio Civil y Carrera Administrativa; y digo «respetable» por que sea capaz de dar vigencia, entre otros principios cardinales, a los de: verdadera igualdad de oportunidades a todos los ciudadanos aptos, a fin de que puedan competir por los puestos de trabajo del público; reconocimiento al mérito de capacidad, rendimiento y calidad de la labor diaria, para mantenerse y ser promovido en el seno de la Administración Pública; recompensa equitativa, proporcional y justa, comenzando por que sea suficiente para que se pueda tener por decente. Y esto último porque cabe preguntarse, hoy como ayer, ¿cómo es posible admitir que en el país tengamos salarios mínimos inferiores a tres, cuatro, seis u ocho mil pesos mensuales…, y aún más, cuando la carestía de la vida (entiéndase canasta agropecuaria, índice de precios al consumidor -IPC-, costo de vida individual, exención tributaria…, entre otros indicadores) señalan que los requerimientos de subsistencia material del individuo y de las familias pobres se sitúan en niveles no inferiores a diez, doce mil pesos… y aún por encima de éstos…, para seguir siendo muy pobres?-

Sin duda alguna la situación de precariedad material y moral en que vive la gran mayoría de nuestra gente pobre, muy pobre o de extrema pobreza, es alarmante. Sólo dos preguntas para cerrar esta parte: -¿Cómo entender y aceptar que un empleado público pueda sobrevivir con el salario mínimo de RD$2,346.00 que actualmente está recibiendo…?- Se puede afirmar, sin lugar a equívoco y sin exageración, que la mayoría de la población dominicana es simplemente pobre de solemnidad. Y si faltasen pruebas, -¿cómo es posible que encuestas internacionales recientes sitúen a la República Dominicana entre los cuatro o cinco países más desnutridos de América Latina?-.

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