Despierten, “que ahí viene el lobo”

Despierten, “que ahí viene el lobo”

Bajo de lúgubres nubes un tenue resplandor de cambios emerge sobre la superficie de la política mundial con la próxima juramentación  de Barack Obama.  Con este evento, es esperanza de muchos que “el malestar en la civilización” las tumoraciones y traumas dentro del humano proceso democrático sean curadas. Pero ese menú no bajará del cielo del poder, porque para que así fuera esta transición  tendría que expresar un ímpetu en el cuestionamiento de las injusticias; renunciamientos a privilegios y un emplazamiento a los complejos industriales, financieros, militares, mediáticos, y religiosos conservadores, articulados en la estrategia de un mundo bajo un gobierno global extra estatal y de facto.

Lo que hace Israel a Palestina, apuntando hacia una guerra con Irán imponiéndole de antemano camisa de fuerza a Obama tiene que ver  con lo anterior, pero también aquí las ejecuciones callejeras sumarias, la impasibilidad del jefe policial y  nuestra insensibilidad e inercia, es parte del mismo ambiente de terror. La civilización sistema de la seguridad de la vida, y la democracia política como su conductora, sin un trepidante movimiento de vigilancia social no prosperan en período como el actual de acumulación de crisis sobre crisis, de delincuencia y fascismo. La situación local y mundial les es adversa y así como los volcanes activos antes de explotar se caracterizan por condensaciones de energías y profundas acumulaciones de lavas y sulfuros productores de desplazamientos tectónicos y agrietamientos de las cortezas superiores que aún pueden resistirlas. Así vivimos en esta crisis pre revolucionaria, con una reacción autoritaria mundial que supera cualquier otra.

Las infraestructuras de este monstro de ilegitimidades están instaladas coexistiendo  con el cascarón del orden  legítimo  a la espera de la señal de empoderarse.

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