Despilfarro y violencia en 2010

Despilfarro y violencia en 2010

Mañana concluye el año durante el cual, los dominicanos, nos fuimos revistiéndonos de una piel de cocodrilo para volvernos indiferentes ante la ola de violencia que nos azota, y de cómo el narcotráfico siguió extendiendo sus tentáculos en diversos sectores sociales.

En este año, distinto a otros que las tormentas nos dejaban las secuelas de damnificados y daños apreciables, la Naturaleza fue muy comedida con la parte oriental de la isla, no así con la occidental, en donde el terremoto de enero, el cólera de octubre y las inundaciones de agosto, afectaron a una pobre comunidad humana.

Los países hicieron penitencia con promesas generosas de ayuda, pero no han abierto sus bolsillos para honrar sus ofertas.

Una vez más la economía dominicana, con sus extraordinarios y sólidos índices de crecimiento superior al 7% e inflación inferior al 6% y una tasa de cambio muy equilibrada, aseguraron que las locuras electorales en el gasto desorbitado y un aumento de empleomanía irracional, no hicieran tambalear la solidez económica.

El país disfruta de una gran estabilidad económica, y aun cuando las encuestas reflejan un descontento generalizado de la sociedad porque “la cosa está mala”, no es menos cierto que, como es nuestra costumbre, siempre nos quejamos de todo, aun cuando en la marquesina de nuestras residencias hay un Mercedes Benz del año, o se han hecho planes para disfrutar el fin de año en alguno de los lujosos resorts de invierno de Norteamérica. Los acontecimientos del año debieron conmovernos más de lo impactado.

Con el terremoto y el cólera en Haití hay una avalancha indetenible de inmigrantes que ya se perciben en las calles, barrios y zonas rurales. No existe una contención frente a una migración, que si ahora se considera aceptada por humanidad, en pocos años será una quinta columna. Esto podría afectar la institucionalidad dominicana hasta en sus raíces.

Al mismo tiempo, durante el año que finaliza, la violencia aumentó en sus agresiones y en sus angustias, dañando la vida apacible de otros tiempos, mientras el tráfico de drogas seguía su infiltración en todos los niveles, que al tenor de la gran cantidad de drogas que se ha incautado y los actos de sicariato en torno a ese negocio, revela que ya se trata de algo bien establecido con raíces difícil de extirpar.

La más importante novedad del año es que al fin hay sectores muy conscientes en la sociedad, atreviéndose a hacer valer sus derechos, y enfrentando a las autoridades con decisión sus exigencias del 4% del PIB para educación.

La reacción de las autoridades, prepotentes y engreídas, fue una señal de que con tan bajo índice de popularidad, necesitaban modificar ese sentimiento y sacudirse, aparentemente, de su engreimiento, validando su tozudez de imponerse a cuenta, que si no es el PLD que gobierna, los políticos de otros partidos son peores.

El reclamo para una mayor asignación presupuestaria para la educación encontró un eco muy favorable en los sectores sociales, medios y altos, que con voluntad dejaron sus comodidades y se presentaron con asiduidad frente al Congreso u ocuparon los alrededores del parque de La Lira para sus demostraciones, que debieron haber tenido mayor repercusión en Gualey, Capotillo u otros barrios populares, necesitados de una mejor educación.

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