Despilfarro

Despilfarro

El tiempo que se emplea en la enseñanza representa, para cualquier país del mundo, uno de los indicadores más importantes de progreso. Este criterio, universalmente aceptado, se basa en que las horas destinadas al cultivo del conocimiento son las que generan riqueza en los pueblos.

Partiendo de la premisa anterior, es deprimente que, según ha estabalecido un estudio hecho por el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC), en este país solo se imparten en los planteles públicos 2.8 horas de docencia por día.

Aunque sin adentrarse en las causas, es necesario afirmar que en el despilfarro de tiempo hay responsabilidad compartida.

Por una parte, el Estado no ha creado las condiciones apropiadas para el aprovechamiento del tiempo, como sería aulas y butacas suficientes, número adecuado de estudiantes por aulas, energía eléctrica estable y seguridad para alumnos y profesores contra las incursiones de vándalos a los planteles, para citar solo algunos elementos. Y los maestros, porque con más frecuencia de la debida agotan en reuniones sindicales y otros menesteres una parte importante del tiempo que corresponde a clases.

En esa virtud, el Estado y los profesores tienen que asumir el compromiso de disminuir, gradual pero sostenidamente, el número de horas que se desperdician en las escuelas. Hay que mejorar, a toda costa, la proporción de horas que deben ser dedicadas a multiplicar conocimiento, a sembrar progreso.

 Sin miramientos  

Afortunadamente fue devuelto con vida al seno familiar el jovencito Javier Rodríguez Liriano, de 13 años de edad. Él fue víctima de un doble secuestro, primero por parte de una banda de delincuentes haitianos que pedía rescate de RD$600 mil y luego por parte de rebeldes, también haitianos, que de igual modo pretendían cobrar por su devolución.

Pero lejos de dar por cerrado este expediente con el rescate del jovencito por parte de soldados de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) destacados en Haití, el caso debe servir para poner a nuestros organismos de seguridad en actitud de demostrar que habrá cero tolerancia para estos actos de bandidaje, que se están produciendo cada vez con mayor frecuencia.

Aparte de actos de secuestro y pillaje, los rebeldes haitianos han estado entorpeciendo el intercambio comercial entre haitianos y dominicanos, en perjuicio de comerciantes de ambos países. En ocasiones han tomado control de parte de la frontera, y aunque lo han hecho del lado haitiano, su actuación ha perjudicado a comerciantes dominicanos.

En Haití, lamentablemente, no hay un Gobierno al que le puedan ser planteadas quejas formales. La falta de control y respuesta del régimen de facto sobre los actos de grupos delincuenciales en Haití lo descalifican para actuar en estos asuntos.

Debemos poner cada caso en manos de organismos internacionales, como la propia ONU y la Organización de Estados Americanos (OEA), acogiéndonos a las formalidades diplomáticas. Pero también debemos demostrar a los delincuentes haitianos, con las respuestas que las circunstancias aconsejen, que no estamos en actitud de tolerar más acciones de esta naturaleza en perjuicio de nuestras familias.

 

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