Desprecio oficial al mantenimiento

Desprecio oficial al mantenimiento

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
El común denominador de los políticos y tecnócratas, que han ocupado las posiciones más elevadas en las secretarías de Estado, es que nunca se han interesado en conservar lo que ya existe.

La indolencia es de tal naturaleza que el deterioro de edificios, carreteras, canales, acueductos, plantas de tratamiento de aguas negras, etc. se tornan irreparables cuando se intenta ponerlas en operación, como eran originalmente cuando se construyeron.

Y luego, cuando por algún motivo reparan las obras deterioradas, lo cacarean como si fuera un gran logro. En lugar de reconocer que tal era su obligación de servidor público, lo presentan como un favor que le hacen a la comunidad, sin acordarse de dónde es que sale el dinero para sus sueldos.

Los gobiernos de los pasados 40 años han establecido la cultura de destruir la infraestructura nacional de las más diversas construcciones, en que la ciudadanía comprenden el objetivo, que es dejarla destruir para entonces proceder a grandes contratos que aportan jugosas comisiones en las obras faraónicas. Y nadie se acuerda que con pocos pesos se pudo evitar el deterioro en edificaciones que se quedan sin instalaciones sanitarias o eléctricas por el vandalismo de los usuarios y la carencia de un plan de mantenimiento preventivo.

Y eso de la falta de un programa de mantenimiento es notable de cómo se pregonan las reparaciones de sistemas de acueductos averiados por exceso de uso o de crecientes de ríos; sin embargo casi todas las plantas de tratamiento de aguas negras del país en manos de INAPA, la CAASD, CORAASAN, etc., no están funcionando. Hay casos como en Baní que las descargas residuales van a parar a la superficie de la tierra, o como en Los Prados, las tuberías se desbordan cuando se mezclan las aguas residuales con aceite quemado de las estaciones de servicio y su limpieza es un logro.

No existe interés en las autoridades de ocuparse del mantenimiento preventivo y el caso más notable del descuido lo vemos en el sistema vial, que ha requerido la necesidad de buscar otorgar por concesión  la reconstrucción de centenares de kilómetros, incluyendo su mantenimiento posterior estableciendo más estaciones de peajes, ya que actualmente lo que se hace son simples bacheos o cortarle la grama a la franja divisoria de los carriles de la carretera Duarte.

Ahora, que estamos en tiempo de campaña electoral, alguno de los candidatos debería plantear, como una promesa real de su programa, que atenderá el estado actual de las obras físicas, para evitar casos como el puente Juan Bosch, que con poco tiempo de construido tenga las barandillas destrozadas, o que los teatros Nacional y del Cibao pasen mucho tiempo con sus sistemas de aires acondicionados en desuso, por haberse convertido en chatarras y han requerido costosas inversiones, para alegría de los que reciben comisiones y devolverle la utilidad a esos palacios del arte.

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