Desproporción inadmisible

Desproporción inadmisible

El jefe de la Policía, mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, se acaba de revelar ante el país como un funcionario que, a pesar de tener excelentes intenciones y un encomiable historial de servicio, tiene, en cambio, la urgente necesidad de mejorar sus habilidades administrativas.

Estamos hablando de que, en momentos en que la delincuencia y la criminalidad tienen en zozobra a la población y ha mermado la seguridad ciudadana, más de la mitad de los policías –para ser exactos un 62.5%- están ausentes de las tareas de prevención y represión.

Ahora, después de esta confesión del jefe de la Policía, sería juicioso que revisáramos algunos criterios relacionados con la pobreza de la seguridad pública, pues tanto puede deberse a que ha aumentado realmente la actividad delictiva o a que, en cambio, han desmejorado la prevención y la represión.

Sea como fuere, resulta inadmisible que de una nómina de treintidós mil policías, solamente doce mil tengan en sus hombros la responsabilidad de enfrentar lo que está ocurriendo en las calles, en los barrios, mientras que el resto de sus compañeros ha sido destinado a tareas ajenas a las prioridades de la sociedad, que en estos momentos necesita sentirse más segura, menos indefensa, menos a merced de los delincuentes y criminales.

–II–

Nuestros planteamientos sobre este asunto no significan, ni abierta ni veladamente, que no es necesario destinar policías a la custodia de funcionarios, pues la seguridad ciudadana incluye, necesariamente, la preservación de la integridad de las personas que desempeñan funciones de gerencia en el Estado.

Sin embargo, entendemos que hay que modificar el yerro administrativo que, precisamente en estos momentos, mantiene un 62.5% de la fuerza policial en menesteres que no son tan prioritarios como la desgastada seguridad pública.

Probablemente el Gobierno, en alguna de sus dependencias, tenga a alguien ocupado en calcular los perjuicios económicos derivados de la disminución de las actividades comerciales y recreativas nocturnas por causa de la inseguridad y el terror que han sembrado los delincuentes.

Una de las cosas prometidas por el mayor general Pérez Sánchez al momento de ser designado jefe de la Policía Nacional, fue la reintegración a las tareas de campo de todos los policías que innecesariamente estuviesen asignados a labores fuera de la institución. Su admisión de que veinte mil de los treintidós mil policías bajo su mando están todavía «por ahí» parece indicar que no logró los objetivos prometidos.

Habida cuenta de que tiene responsabilidades muy serias en momentos en que se le reclama una respuesta eficaz al desafío de la delincuencia, lo que procede es que corrija las desproporciones que motivan estos comentarios y que se sienta confiado en que la sociedad le respaldará si logra revertir la situación de inseguridad que nos agobia a todos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas