Después de bajar consumo de sal, Brasil reducirá el del azúcar

Después de bajar consumo de sal, Brasil reducirá el del  azúcar

Tras haber logrado una fuerte reducción de los niveles de sodio en los alimentos industrializados, Brasil se plantea ahora esa misma meta con el azúcar, a fin de combatir unos crecientes niveles de obesidad y promover una nutrición saludable.

«Actualmente, un 20% de los adultos brasileños sufre algún grado de obesidad y otro 57% presenta exceso de peso», explicó en una entrevista con Efe la coordinadora de Alimentación y Nutrición del Ministerio de Salud y responsable de esos programas, Michele Lessa.

Los primeros pasos para intentar inducir una alimentación más saludable se comenzaron a dar en Brasil en 2011, cuando el Gobierno alcanzó un acuerdo con las industrias alimenticias para reducir en sus productos los niveles de sodio, presentes sobre todo en la sal.

Desde entonces, y en relación a los contenidos anteriores, Lessa calculó que los brasileños dejaron de consumir unas 17,200 toneladas de sodio gracias a una fuerte reducción del nivel de ese mineral en los alimentos, que varía entre el 10% y 60% según el producto.

La disminución fue negociada, se ha hecho en forma progresiva a fin de adaptar el paladar de los consumidores y el acuerdo con los industriales ya ha sido renovado hasta 2020, indicó Lessa, quien consideró que esos bajos porcentajes de sodio serán mantenidos en el futuro, pues ya han sido incorporados al gusto de los brasileños.

El próximo paso será trasladar esa misma experiencia al azúcar, lo cual ya se discute con las empresas alimenticias, aunque con cierta resistencia por parte de la industria de caña, de la que Brasil es uno de los más importantes productores y exportadores del mundo.

«Más allá de que es un sector muy importante», incluso para la propia economía del país, el azúcar «tiene funciones más complejas que el sodio en la composición de los alimentos», pues determina la cremosidad y el brillo o torna crujientes algunos productos, que sin esas características no serían los mismos, indicó la funcionaria.

Aún así, se trata de un asunto de salud pública, sobre todo en un país como Brasil, en el que muchos de los alimentos industrializados tienen un nivel de azúcar añadido que llega al 16%, a pesar de que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) recomienda que no se supere el 5%.

Los excesos de azúcar, de acuerdo al Ministerio de Salud, están presentes en galletas, tortas, bebidas, jugos de frutas y cientos de productos que están prácticamente todos los días en las mesas de los brasileños.

Lessa subrayó que el modelo aplicado en el caso del sodio, que es el mismo con el que se negocia la reducción del azúcar, es eliminar los excesos por la vía de los acuerdos y no mediante imposiciones legales o de sanciones.

Por esa razón, en las discusiones participan también sectores de la sociedad civil y organizaciones de consumidores, que han tomado conciencia.

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