Cuando se va a la batalla nunca falta el vencido, el ganador, la victoria y las heridas. Las contiendas electorales conllevan los mismos componentes, con la diferencia que en este caso las heridas son electorales.
Las derrotas igualmente son dolorosas, y las victorias ponen a reír hasta al más aburrido de los humanos. Ganar es bueno; mas, administrar la victoria no es un asunto muy fácil; se debe poseer un nivel de madurez y humildad por encima del promedio.
Entre algunas batallas que cambiaron el curso de la historia, puedo mencionar: Waterloo, la última batalla de Napoleón Bonaparte, donde Francia después de dominar gran parte de Europa, fue derrotada por la coalición de potencias europeas (Inglaterra, Prusia y Austria). La victoria de estos países marcó el futuro de Europa por los siguientes años. La batalla de Normandía, en la que Estados Unidos y los países aliados finalmente vencieron a la Alemania Nazi de Hitler liberando así a la ocupada Francia.
Asimismo, en nuestro patio recientemente tuvo lugar una contienda, en la que le tocó cosechar una nueva victoria a la corriente gremial Dignidad Codiana, la cual conquistó todos los núcleos de dirección (sin excepción) del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (CODIA), una victoria en la cual figuras como el Ing. Euclides Sánchez, el Arq. Alejandro Montas, el Arq. Francisco Mosquea, el Agrim. Juan Ramón Cruz, el Arq. Guarionex Gómez y el Ing. Dionisio Navarro, jugaron un papel estelar para lograr una victoria incuestionable; la cual fue ejemplo de disciplina y orden, una verdadera fiesta de la democracia. Sin embargo, después de la victoria viene lo que más importa a quienes depositaron su confianza en los candidatos, el cumplimiento de la palabra empeñada. Convertir en hechos todo lo que se dijo, corregir donde hay que corregir, continuar lo que se ha hecho bien y sumar adeptos más y más cada vez…
“No basta tener ideas; hay que hacerlas realidad en lo grande y lo minúsculo”.
“La obra buena del porvenir, es el fruto de las buenas intenciones y de la capacidad para convertirlas en hechos”.
Juan Bosch