Después de las elecciones, los políticos deberían reflexionar

Después de las elecciones, los políticos deberían reflexionar

En cualquier país civilizado, después de los procesos electorales, la mayoría de los partidos que quedan en la oposición se sientan con su dirigencia a analizar con profundidad y sentido crítico las causas de su derrota; no haber logrado las metas que se habían propuesto, o las expectativas que crearon frente a la ciudadanía.
Sobre todo cuando existen líderes con concepciones ideológicas y partidos programáticos, luego de los procesos se preparan seminarios de reflexión y análisis, tratando de buscar las causas reales de los resultados. Exponiendo cada dirigente o sector sus pareceres. Enfrentando críticas y admitiendo comportamientos. Se concluyen dichas jornadas con puntualizaciones claras y precisas, emitiendo documentos confidenciales que sirvan de guía para futuras acciones. Pero no estamos seguros que eso sucederá.
Luego de las elecciones del 15 de mayo, lo que probablemente saldrá a relucir en los partidos que queden en la oposición serán justificaciones y acusaciones, buscando la forma de evadir responsabilidades. Y al final, la mayoría de sus dirigentes terminarán diciendo que tenían razón, o que no estaban de acuerdo con tal o cual cosa. Otros diciendo: ¡yo lo dije! Pero luego podría iniciarse el no te menee. Porque cada quien, o buena parte de sus dirigentes, andan detrás de proyectos personales.
Eso es lo que a mi juicio impide que la mayoría de los partidos de ahora actúen como debe ser, o como en otros países. Porque no hay un interés colectivo de objetivos a mediano, y mucho menos de largo plazo. El “inmediatisno” y el individualismo ha calado como veneno por el torrente sanguíneo de la mayoría de los dirigentes políticos, altos, medianos y de base. Lo mío y ahora, se ha impuesto.
Esa es una de las razones por la cual tengo dudas de que, luego del proceso electoral, haya voluntad y capacidad de conjunto para sentarse a diseñar el futuro de los partidos y de la democracia institucional. Porque ni siquiera los desastres de las alianzas en estas elecciones les harán levantar los pies, a menos que lo impongan algunos sectores de los propios partidos.
La Junta Central Electoral y el Congreso, sometiendo leyes rectificativas, podrían hacerlos recapacitar o despertarlos del letargo producido por los choques que vaticino se va a producir luego de las elecciones. Puesto que, entre llantos y lamentos, buscarán justificaciones o culpabilidades donde no necesariamente las haya. Porque ven la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.
Si la dirigencia política de conjunto, oposición y gobierno, no reaccionan frente a los desastres que ellos mismos han propiciado o permitido, y dejan de lado nimiedades que no conducen a nada, y se sientan a analizar con profundidad la necesidad de introducir enmiendas a la forma de elegir sus autoridades y de escoger candidatos, así como otros aspectos administrativos, que no tienen que ver necesariamente con leyes, sino con decisiones de los mismos actores que dicen creer en el partidismo y en la democracia, podría pasarle por encima un rodillo que los aplaste.

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