Después del 15

Después del 15

La ferocidad que caracteriza la competencia electoral nunca posibilita que sus actores esenciales trasciendan a las contabilidades del proceso. Y por eso, la noción de que promover aspirantes en lo presidencial, congresual y municipal constituye una guerra donde termina perdiendo el país debido a que sus mejores hombres y mujeres por no estar aglutinados en un litoral partidario, la franja triunfante tiende a excluir talentos indispensables para ejecutar políticas públicas efectivas.
Distorsionado ha sido el criterio de incorporaciones de figuras independientes o adversarios que terminan adheridos a la nómina pública como punto de partida para toda clase de maromas ideológicas y saltos en la militancia política. Y esa aberración desacredita a sus beneficiarios porque la lectura de sus “cambios” radica en ventajas personales. De paso, excepciones honorables reveladoras de que todo no está perdido en la vida institucional.
Cuando la administración de Leonel Fernández designó al intelectual Roberto Cassá al frente del Archivo General de la Nación a nadie le pasó por la cabeza que, un servidor de sus credenciales, trastornaría sus largos años de apego a normas éticas. Danilo Medina lo preservó en el cargo, y ese gesto es el correcto. Milcíades Mejía es el actual presidente de la Academia de Ciencias, pero la administración de Hipólito Mejía lo mantuvo de responsable del Jardín Botánico, recuerdo todo el forcejeo para relevarlo por sus vínculos con el PLD, se quedó en el puesto y como hombre responsable, nunca renunció a sus creencias. Jorge Martínez Lavandier le sirvió a los gobiernos de Joaquín Balaguer y Salvador Jorge Blanco y en el año 2002, personalmente tuve que desplazarme a un asilo para entregarle su pensión como muestra de servir con decencia inigualable a la patria.
Danilo Medina y Luis Abinader tienen los mayores niveles de simpatías en las elecciones pautadas para el 15 de mayo. El drama de sus potenciales gestiones radica en una lógica de alianzas, simpatías y endosos que esperan ser compensados sin que los posibles beneficiarios cumplan con los parámetros indispensables. Por eso, la desilusión y desgano en núcleos ciudadanos ansiosos porque se coloquen los mejores talentos en la administración. Lamentablemente, la regla prevaleciente es aquella donde se prioriza el esfuerzo en la campaña como mecanismo de designación en el tren gubernamental. Y eso debe cambiar!
Cuentan que Homero definía los talentos de Príamo con una frase singular: Digna erat imperio. Evoco a ese insigne hombre, debido a que los competidores en el terreno electoral están perdiendo de vista que los resultados podrían constituir la última oportunidad para reconstruir la credibilidad del modelo democrático nuestro que cada día exhibe deficiencias incuestionables.
Una victoria del PLD tiene que sortear el hastío ciudadano alrededor de funcionarios con más de diez años dirigiendo ministerios y que no salen liberados de una auditoría visual de sus patrimonios. Del otro lado, un PRM con vocación de reit erarse en los errores del pasado, torpe en la concertación de alianzas inteligentes y con figuras incapaces de dar un paso atrás para posibilitar la emergencia del nuevo liderazgo. Podrán ignorarlo, pero el 2016 puede establecer las bases de dirigentes con un peso electoral sobre las organizaciones porque estas perdieron la sintonía con los ciudadanos y sus élites no evolucionaron a la velocidad de la sociedad.
Los dominicanos debemos concentrar la noción del cambio en las políticas públicas más allá de los políticos. El 15 de mayo no se acaba el mundo. Por el contrario, las fuerzas victoriosas deben asumir el respaldo popular con un sentido de humildad e integración de talentos, y no de repartos entre los suyos. Y en ese mismo orden, los sectores derrotados, por no conseguir el consentimiento de las mayorías deben conducir con ecuanimidad el análisis detallado de sus falencias y colocar la razón por encima de las individualidades para que en el futuro puedan trazar el sendero del éxito.

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