Después del 16 de mayo

Después del 16 de mayo

FIDELIO DESPRADEL
Por más que se empeñen don Agripino, Participación Ciudadana, la embajada norteamericana y los más lúcidos representantes del Bloque de Poder, el sistema político dominicano va de mal en peor, como esos enfermos terminales, mantenidos con vida más allá de sus posibilidades, por el uso de todos los recursos de la ciencia.

El PRSC no fue creado por el «padre de la democracia» para que lo sobreviviera. Convertido en una lejana tercera fuerza, su empequeñecida cúpula política no ha podido resistir el botín que le ofrece, tanto el Gobierno, ahíto de dinero, como un PRD dispuesto a entregar una cuota importante del poder que ya tienen. Lo poco que le queda se ha dividido en función de la cuota en el pastel que le ofrecen unos y otros. En cuanto al propio PRD, desde que el doble abrazo de los «liberales de Washington» y de la cúpula del poder social y económico del país, en los finales de los 70, lo empujaron a abandonar los principios y políticas que lo convirtieron en esperanza de millones de ciudadanos, el viejo partido del jacho no ha hecho más que retroceder y retroceder, en todo lo que a valores éticos y morales se refiere.

En cuanto al PLD, su irreversible involución moral supera todos los pronósticos. El partido creado por el profesor Bosch, a imagen y semejanza de su verticalidad ética, para llevar a feliz término la «liberación nacional», no deja de sorprender al más acucioso de los analistas, por la velocidad con que toda su cúpula renuncia a sus principios primigenios, generalizando la corrupción en dichas cúpulas, al tiempo que cultiva una peligrosa tendencia al autoritarismo y la arbitrariedad.

El listado de felonías que estos tres partidos, y en especial el partido del poder, vienen protagonizando, supera todos los pronósticos: compra de candidaturas, centenares de millones en una campaña electoral sin propuestas, sin programas y sin debates; presidente, ministros y congresistas abandonan sus puestos y, dinero en mano, se tiran a la calle, con un cuchillo en la boca, a comprar conciencias, sin importar el precio; las cúpulas políticas compiten para determinar cuál tiene más capacidad para comprar figuras claves del bando contrario; todo el mundo tiene un precio en la frente.

Y mientras tanto, don Agripino, Participación Ciudadana, el embajador norteamericano y las figuras más poderosas de las cúpulas sociales y económicas, empeñados en lavarle la cara a todo el sistema político, para evitar que el enfermo terminal colapse.

Dentro de este negro panorama, el partido en el poder, cuyos dirigentes están dispuestos a seguir vendiendo su alma al diablo, con tal de mantener y reproducir su poder, es el único que tiene posibilidades de prolongar, aunque sea tan sólo por unos años, la agonía del sistema político dominicano.

Tienen «una fuerza de cara» como nunca se había visto en el país. Saben perfectamente que no le queda absolutamente nada de los valores éticos con que el profesor Bosch quiso uncir a su nueva criatura. Ni siquiera se ocupan ya de disimularlo. Y en esto consiste su gran fortaleza. Tienen el presidente que le corresponde, pero ese presidente ha sabido muy bien cultivar su imagen personal, siendo ayudado en esta tarea por un conjunto de intelectuales orgánicos, muy conscientes de lo que vienen haciendo.

Pero todo esto es, en lo que a valores se refiere, tan sólo un fenómeno cosmético. Bastará que la crisis económica que ellos han logrado posponer vuelva a precipitarse, para mostrar toda la incapacidad para dirigir los destinos del pueblo dominicano que acumula el último de los grandes aparatos políticos con que cuenta este modelo y los sectores sociales y económicos que de él se benefician.

En función de estas realidades, bien sabemos lo que tendremos el 17 de mayo: más podredumbre, más corrupción, más ineficiencia en las instituciones públicas, más depredación del patrimonio natural y patrimonial del país.

Y una marcha inevitable hacía el abismo.

Sólo si empiezan a aparecer en el horizonte los elementos constitutivos de una Propuesta Política Alternativa, y personas públicas consustanciadas con el proceso de construcción de la misma, podremos los dominicanos y dominicanas romper el entrampamiento a que nos han precipitado.

Es claro que con los niveles de militancia y compromiso con que nos movemos el grueso de los patriotas, revolucionarios y las personas serias del país, no será posible romper este cerco. ¡De ahí la urgencia de romper nuestra inercia! ¡Vamos a ver lo que pasa a partir del 17 de mayo!

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