Después del palo da’o…

Después del palo da’o…

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Dicen que el presidente de Estados Unidos desvió el dinero presupuestado para que el ejército reforzara y adecuara los diques de Nueva Orleans, para que la ciudad no fuera anegada por las aguas de un huracán.

Ni el presidente George Bush ni su administración querían que un huracán tan destructivo como Katrina tocara sus costas.

A ello se le debe sumar la ineptitud de las fuerzas armadas y de la policía de Nueva Orleans y otras ciudades.

Las fuerzas armadas y la policía dominicanas en medio del ciclón David y del huracán George, estaban en las calles, actuando, trabajando, ayudando, impidiendo robos y saqueos y llevando mujeres parturientas y gente enferma a los hospitales. Eso es eficiencia.

Por supuesto, la administración norteamericana buscó y halló un culpable a quien  forzó para que renunciara, cuando al gran culpable sólo algunos índices lo señalan.

En 1998, Elpidio Báez, desde la Defensa Civil, se empeñaba en negar que el huracán George tocaría la República Dominicana.

Esa mañana el Cuerpo de Ayudantes Militares iba a enviar una avanzada a San Francisco de Macorís, pues  al día siguiente había programada una visita del presidente Leonel Fernández a esa ciudad. Finalmente el grupo no fue enviado.

Mientras en el Internet y en la televisión de Estados Unidos se anunciaba y se advertía que el huracán George era peligroso, de gran fuerza y que pasaría sobre nuestro país, alguien en el gobierno del presidente Fernández se empeñaba en desinformar o instruir al director de Defensa Civil quien mantenía cerrados los refugios y afirmaba que el ciclón no nos afectaría.

Esa falta de transparencia, esa irresponsabilidad del Gobierno, que no era de Elpidio Báez, costó nadie sabe cuántas vidas y miles de millones en pérdidas materiales.

Estamos en plena ola de la histeria que, como una cortina de humo, lanza el Gobierno para ocultar su responsabilidad

en la muerte de muchas personas producto del dengue hemorrágico.

Como somos un país sin estadísticas nadie sabrá cuánto se gastará en medicamentos contra el dengue, en sus dos formas, por parte del pueblo. Quizá eso no le importa a la gente del Gobierno.

Ahora hay una gran movilización de personas y recursos para hacer frente a la epidemia del dengue, que el secretario de Salud Pública intentó ocultar, de manera poco responsable, y no emprendió una campaña preventiva,  como si se pudiera tapar el sol con un dedo.

Bush pudo contribuir a disminuir el número de víctimas del huracán Katrina, en Nueva Orleans, y el presidente Leonel Fernández, hombre ducho en el manejo del Internet pudo investigar si nos tocaría el huracán George.

Si el secretario de Salud Pública hubiera advertido sobre el peligro y consecuencias de una epidemia de dengue, se habrían evitado muertes y malgasto de recursos.

¿Acaso pensó Bush, Elpidio, Leonel Fernández y Juan Bautista Rojas, que se podría culpar a sus gobiernos de que sus países fueran tocados por huracanes o por una epidemia, de cualquier índole? No lo creo.

Lo que falta es honestidad, responsabilidad y transparencia en el manejo de los asuntos públicos que afectan a los pueblos.

Mientras, sumen los muertos del huracán George y los de esta epidemia a la contabilidad del Gobierno, porque la falta de transparencia y seriedad, deja estas consecuencias.

Lo demás, la histeria de ahora, es poner el candado después que nos robaran, porque.”después del palo da’o, ni Dios lo quita”. No se puede devolver la vida a los niños muertos por el dengue.

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