Después no lamentemos

Después no lamentemos

Alrededor de dos años atrás informé que los aproches del puente seco de la prolongación de la “27 de Febrero”, estaban en proceso de ocupación. Las llamadas “voladoras” que hacen ruta desde la Jacobo Majluta, instalaron su terminal en el sitio. Para mi sorpresa, esta semana encontré una caseta de una “banca de juegos” en el aproche suroeste. He contado a ustedes que a principios del decenio de 1980 comenzó una ocupación similar en el distribuidor de tránsito del kilómetro 9 de la autopista Duarte.

En aquellos días propuse que el gobierno local comprase la edificación construida en el lado sureste del sistema distribuidor del tráfico vehicular. Nadie hizo caso. Cinco o seis años después los sindicalistas y propietarios de vehículos de transporte se habían hecho fuertes en el lugar. El Presidente Joaquín Balaguer les construyó una terminal, setecientos metros más al norte. No aceptaron. Por encima de la mudanza procuraban una compensación.

Hace poco el Ayuntamiento del Distrito Nacional inició un proceso de “rescate de las áreas verdes”. Para recuperar un pedazo que no la totalidad del espacio ocupado, el gobierno local debió erogar una fuerte suma de dinero.

Llegué a leer en los diarios que los ocupantes reclamaban doscientos millones de pesos, valor de las construcciones edificadas en el lugar.

Deseo evitar que se repita la historia con una apropiación de los aproches del puente seco del kilómetro trece de la autopista Duarte. La presencia de la caseta de venta de números de rifas diversas, es sintomática. Dentro de pocos meses el dueño de la banca alegará que “tiene 24 años establecido allí”. Ni siquiera una decisión judicial lo echará de ese aproche. ¿Por qué se irrespeta en forma tan flagrante una propiedad de aprovechamiento colectivo? Esa presencia, además, es inconveniente a quienes usan ese tramo de la “27 de Febrero”.

Hoy día se torna dificultoso cruzar en horas pico por el lugar. Las voladoras se estacionan en sentido perpendicular sobre el eje del puente y los aproches. El espacio libre que puede ser utilizado por los que circulan en automotores, por consiguiente, es mínimo. Los obstáculos obligan a marchas lentas y a paradas desesperantes en las horas de mayor afluencia de vehículos.

¿No se les puede construir ahora, antes de que cumplan un cuarto de siglo en el lugar, una terminal en un solar cercano? Una terminal del tipo, eventualmente, puede ser fuente de ingresos para uno de los gobiernos locales (o del Distrito Nacional o de Santo Domingo Oeste).

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