Los destacamentos policiales del Gran Santo Domingo oscilan entre dos extremos: brillo y limpieza por un lado, e incuria y deterioro por otro.
Así pues, unos lucen brillantes, en buenas condiciones físicas, pintados y acicalados. Otros, en cambio, presentan precariedades físicas y franco deterioro.
Uno de los últimos es el destacamento de Los Mina Viejo, que es un caserón construido con zinc vetusto y edificado parcialmente con madera.
El techo está tan deteriorado, que se sostiene con blocks, piedras y otros materiales. Eso impide que el zinc vuele por los aires. Sin embargo, la lluvia produce goteras y filtraciones.
El interior está tan deplorable, que el comandante no permite el acceso a él. Su confianza, empero, está en que las autoridades resolverán la situación.
El puesto policial de La Zurza I tiene la pintura roñosa y desdorada, lo que desluce su fachada. No solo su fachada: también su interior. En efecto, adentro faltan bombillas y hay un abaniquito sobre el escritorio.
El del Ensanche Luperón muestra ventanas sucias y ajadas, mientras tiene problemas de filtración. Su techo está feo y deslucido.
Allí, sin embargo, los ciudadanos expresan su satisfacción por el trato recibido. Ayer mismo, la señora Ana Judith Grullón denunció que su hijo Enyi Mejía, de 18 años, está desaparecido desde el martes, tras salir de su casa en Villa María, Distrito Nacional.
Una mirada al destacamento Felicidad de Los Mina descubre un local hermoseado. Otro que está así es el de Villas Agrícolas, que está recién pintado. Se observó una persona pintándolo a brocha y rolo.
Si el local de Gualey está deslucido por fuera, no lo está por dentro. Su comandante, Óscar Ferreira, realza la tranquilidad en que transcurrieron las festividades navideñas, pero deplora los índices de violencia.
La violencia es allí tan alarmante, que una niña de siete años se presentó al destacamento y denunció que otro menor la agredió en la boca, brazos y piernas. Un agente la atendió y le dijo que buscara a su tía.