Diversas personalidades del mundo científico resaltaron los aportes del padre jesuita Julio Cicero, quien falleció el  miércoles y cuyos restos fueron sepultados ayer en el cementerio de la Casa de Retiro Manresa Loyola, de la Capital.

“Era un maestro y enseñaba en todo momento”, expresó José Marcano, hijo del fenecido botánico Eugenio De Jesús Marcano.

Recordó que Cicero y su padre hacían viajes exploratorios por distintos puntos del país y que gozaba de gran claridad mental, a pesar de su avanzada edad.

Cicero falleció el miércoles a los 91 años, tras padecer de problemas respiratorios. Era originario de Mérida, México,  nació en el año 1921.

Luego de completar estudios en Cuba, España y Estados Unidos, se instaló en  República Dominicana en el  1968.

 Impartió cátedras en  la escuela de Agronomía del  Instituto Politécnico Loyola, de San Cristóbal,  y también  en la escuela de Biología de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

Su legado.  La capilla de la Casa de Retiro Manresa Loyola se llenó ayer de colegas científicos, antiguos compañeros y ex alumnos de Cicero, quienes se acercaron para recordar sus años en la enseñanza y en la investigación.

“El país perdió a un gran científico en materia de agricultura”, consideró Ana Ávila, maestra del Instituto Politécnico Loyola y  ex compañera de labores, quien recordó que a pesar de haberse retirado de las aulas hace varios años, Cicero mantenía contacto con los investigadores a través del correo electrónico.

El agrónomo Rafael Pineda, ex alumno de la promoción 1986 del Instituto Politécnico Loyola, destacó  que Cicero fue un eminente científico y además un excelente consejero.

Con voz entrecortada,  recordó que el religioso  mantenía siempre el contacto con sus alumnos, y que amaba al medio ambiente.

Academia de Ciencias lamenta.   El presidente de la Academia de Ciencias, Milcíades Mejía, expresó gran pesar por el fallecimiento del científico, quien era miembro de la entidad.