Destacan carrera literaria

Destacan carrera literaria

POR UBALDO GUZMAN M.
Sin estridencias y alejado de las capillas literarias, Rafael Darío Durán ha ido labrando una ascendente carrera en el campo de la ficción a base del trabajo, la disciplina y el talento.

En 1994 publicó su libro de cuentos “Una cruz para el difunto”, la mayoría de ellos ambientados en Jarabacoa.

 En el 2000 apareció su novela “Los demonios no tienen color” y en el 2004 salió “El hombre que no podía morir”.

Su pasión por la literatura empezó cuando cursaba el primero del bachillerato, pues en ese tiempo ya escribía poesías, de las que aparecen algunos reflejos en sus narraciones.

 Su primer cuento es de 1977. Se lo mostró a una persona, quien fue implacable. Murió en un zafacón.

En el decenio del 80, cuando estudiaba Comunicación Social en la Universidad Central del Este (UCE), escribió el cuento “Luisa”.

Se lo llevó a Rodolfo Coiscou, quien dirigía un suplemento literario en El Nuevo Diario.

Dos días más tarde lo llamó Coiscou para decirle que llevara una fotografía suya, porque su relato se publicaría y así fue su bautismo literario. Posteriormente, Coiscou lo incluyó en la antología de cuentos “Voces del sendero”.

Luego de escribir cuentos durante años, Durán se embarcó en proyectos de más largo aliento: escribir novelas.

“Aunque la gente dice que el cuento es intenso y un género más difícil de dominar, la novela requiere de mucha disciplina, de tiempo y, sobre todo, de madurez para uno hacer una novela aceptable”, sostiene.

Una de sus mayores satisfacciones en su carrera de escritor ocurrió hace el año pasado.

Un empresario extranjero radicado en el país, maravillado por la lectura de la novela “El hombre que no podía morir”, lo buscó para que le escribiera sus memorias, trabajo que se encuentra en la etapa final.

Durán envió una obra a un concurso de novela que fallará en mayo próximo, con “El hombre tras el antifaz”. La obra se desarrolla en este tiempo de grandes cambios.

Según Durán, la novela debe aprovechar todos los recursos disponibles, incluyendo el suspenso y el cine, para que atraiga al lector desde las primeras páginas hasta las últimas.

 “La novela debe ser creíble, aunque sea una ficción”, plantea.

A partir de la publicación de la novela “Los demonios no tienen color”, Durán empezó a vislumbrar la posibilidad de que la literatura se convierta en la principal actividad de su vida. Se trata de su mayor aspiración.

“El hombre que no podía morir”, paradójicamente ha sido el que más ha gustado, aunque no hubiera apostado tanto a ella”, confiesa el autor.

Este año saldrá la segunda edición, porque prácticamente la primera ya está agotada. Durán ha estado en contacto con estudiantes a través de charlas y conversatorios en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en la universidad O&M y el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC).

Tan pronto termina un libro, Durán se lo muestra a su pareja y luego a las personas más cercanas.

Después se embarca en el proceso de corrección y revisión. Pero la obra duerme un tiempo   por los costos de publicación.

Como un trabajador incansable, Durán trabaja en una novela inspirada en La Lupe, cantante cubana. Narrará cómo un seguidor de Ernest Hemingway viaja a Cuba y, debido a las excentricidades del escritor norteamericano, termina conociendo a La Lupe. Entonces cambia sus planes y decide seguirla a ella.

“Con esta obra yo quiero mostrar al mundo maravillado la interpretativa de La Lupe y una serie de hechos históricos que se dieron en esa época, como el desembarco de Constanza, Maimón y Estero Hondo”, sostiene.

El autor de “El hombre que no podía morir” escribe todos los días. A veces por la mañana o después de las 6:00 de la tarde “cuando la noche se llena de fantasmas”.

No suele hacer un esquema antes de escribir una novela. El procedimiento es el siguiente: tiene una idea general y trata de que los personajes, “que crean situaciones que uno no se imaginaba”, no se desvíen.

Los materiales de sus novelas proceden de sus vivencias políticas, del campo y la ciudad. Para escribir su primera novela tuvo que hacer una investigación, “pero sin dejar que el documento me atrape”.

Actualmente es director del área informativa del Centro de Información y Comunicación (CASEN).

Ese trabajo le ha permitido disponer de más oportunidad para poder escribir.

Entre sus planes figuran sacar la segunda edición de “Los demonios no tienen color”, con una portada más atractiva. Publicará la edición ampliada de “Una cruz para un difunto”, que incluirá cuentos que ha publicado en los últimos años.

Prepara un poemario que ha dejado dormir por el declive de la poesía. Se llama “Poemas a Macusa, con el permiso de Repilado”.

Nacido en Santo Domingo, aunque vivió su niñez y parte de la adolescencia en Jarabacoa, Durán vive zambullido en el mundo de la ficción, para crear historias que deleiten a sus lectores.

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