Destino de Saddam es objeto de polémica

Destino de Saddam es objeto de polémica

PARIS (AFP).- El debate sobre el futuro judicial de Saddam Hussein se centraba este miércoles en la cuestión de la pena de muerte, después de que el presidente estadounidense George W. Bush reclamara «el castigo supremo» para el ex dictador, mientras algunos de sus aliados se declaraban en contra de la pena capital.

Tras las declaraciones que hizo Bush al canal estadounidense de televisión ABC, Francia, España, Holanda y la Unión Europea, entre otros, manifestaron su oposición a la pena de muerte en todos los casos.

Bush no dejó lugar a dudas sobre sus preferencias. «Veremos que castigo recibe. Pero yo creo que merece recibir el castigo supremo por lo que ha hecho pasar a su pueblo. Es un torturador. Un asesino. Es un tirano repugnante que merece la justicia, la justicia final», declaró Bush.

«Eso lo decidirá, no el presidente de Estados Unidos, sino, de una u otra manera, los ciudadanos de Irak», concluyó.

Cuando todo apunta a un juicio en Irak y no ante una jurisdicción internacional, las autoridades provisionales iraquíes establecidas por Washington ya dieron a conocer su postura: el ex dictador podría ser condenado a la pena de muerte.

El presidente del consejo de gobierno transitorio iraquí, Abdel Aziz al Hakim, lo había anunciado ya el lunes durante una visita oficial a París.

Otro miembro del consejo, el influyente líder chiíta Ahmed Chalabi, lo confirmó en una entrevista publicada el miércoles por el diario italiano Corriere della Sera. «Espero que el juicio empiece pronto y corra a cargo de un tribunal iraquí, en suelo iraquí y por jueces iraquíes que apliquen la ley de Irak. Y nuestra legislación incluye la pena de muerte», declaró Chalabi.

«En consecuencia, Saddam podría ser condenado a la pena capital por los horribles crímenes que cometió durante treinta años», agregó.

El nuevo código penal iraquí promulgado en mayo suprime la pena de muerte. Pero, según Stephen Orlofsky, un juez federal estadounidense en misión en Irak, la pena capital sigue siendo aplicable a los crímenes cometidos antes de su entrada en vigor y, por lo tanto, a los de Saddam Hussein.

La posibilidad de condenar a muerte al ex dictador suscita desacuerdos en muchos países en los que la pena capital fue abolida, incluidos algunos de los que apoyaron la intervención en Irak.

Así ocurre en el caso de España, cuyo ministro de Justicia, José María Michavila, deseó «un juicio justo, con todas las garantías, sin ninguna posibilidad de impunidad pero evitando la pena de muerte».

En Italia, otro de los aliados de Washington en la guerra, el ministro de Defensa Antonio Martino también dijo estar «opuesto a la pena de muerte para Saddam Husein». «No soy el único. El gobierno y la gran mayoría de los italianos se oponen a la pena de muerte», dijo.

La postura del principal aliado de Bush, el primer ministro británico Tony Blair, no está tan clara. Blair recordó el lunes la oposición de Londres a la pena de muerte pero agregó que serían «el pueblo y el gobierno iraquíes quienes decidan en último lugar».

Francia manifestó claramente su oposición. «Tratándose de la pena de muerte, conocen ustedes la postura constante de Francia, que es también la de la Unión Europea», declaró Hervé Ladsous, portavoz del ministerio francés de Relaciones Exteriores.

«La postura de la Unión Europea contra la pena capital está muy clara», declaró Diego Ojeda, portavoz del comisario europeo de Relaciones Exteriores, Chris Patten. «Es una postura de principios, sean cuales sean las circunstancias y la gravedad de los crímenes cometidos», puntualizó.

Inesperada fue la intervención del presidente iraní Mohamad Jatami. «No me gusta la pena de muerte. Pero si hubiese un caso en el que debería ser aplicada, contra Saddam Hussein sería la más justa», declaró, aunque agregó que «nunca lo desearía».

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