Destornillar el trujillismo

Destornillar el trujillismo

El alboroto que ha creado la publicación del libro de Angelita Trujillo es entendible. Hay curiosidad por saber lo que dice, produce repugnancia la imagen favorable del sanguinario dictador, y sus parientes han decidido resucitarlo.

Primero fue la nieta y ahora la hija. ¿Casualidad o hay planes más allá de los libros? No lo sé.

Lo que sí pienso es que a pesar de todo lo que se ha dicho y escrito sobre Trujillo, la sociedad dominicana no ha hecho la terapia política que una dictadura de esa naturaleza demanda para superar su legado y no temerle a eventos patéticos como la publicación de un libro de la hija del dictador, que busca quitarle lodo a su inmisericorde y arrogante padre.

Pienso que sería interesantísimo que el libro se publicara en Santo Domingo. Ver quién asiste al acto, quién respalda la obra y la autora. Y también que se permitan protestas fuera del local donde se realice el acto, para que todos los que quieran oponerse públicamente lo hagan con el derecho y las razones que les asiste.

Sería una expresión de democracia, y muestra de que la sociedad dominicana venció el miedo al trujillismo, a los trujillos, a los que llevan el nombre, y a los que no lo llevan pero creen en la forma en que gobernó el dictador.

Y sobre todo, a que la sociedad dominicana pierda el miedo a los muchos trujillos tapados que siguen influyendo en los destinos del país.

Una de las razones fundamentales porque la democracia dominicana no avanza es que el trujillismo se reencarnó en otras figuras. La emblemática fue Balaguer; se ajustó a los nuevos tiempos, pero Balaguer fue hechura del régimen y gobernó el país 22 años después de Trujillo. Muchos de sus colaboradores venían del trujillismo y pasaron a degustar del poder sin pagar precio alguno.

Esos trujillistas revestidos de balagueristas dejaron de ser sanguinarios carnales después de haber aniquilado segmentos de la juventud inquieta en los años 60 y 70, pero siguieron saqueando los recursos públicos, método ampliamente utilizado por el dictador, aunque Angelita diga ahora que no se llevaron lingotes de oro en el famoso yate.

El trujillismo entornillado en las instituciones dominicanas no ha permitido la profilaxis de las fuerzas armadas, de la policía, ni de la administración pública. Por eso la política se caracteriza por la compra y venta. Antes Trujillo era el único con derechos a usufructos, ahora hay muchos que se atribuyen prerrogativas.

Ese trujillismo entornillado llevó al PRD a declarar a Balaguer “Padre de la Democracia”, llevó al PLD a unir su destino político al de los balagueristas, y no permitió que el año pasado se hiciera una nueva Constitución que realmente avanzara la democracia dominicana en el siglo 21.

El Trujillo a temer no es el de Angelita. De ese se encargan los historiadores veraces y los sobrevivientes que tengan testimonios en contrario para contarle al pueblo dominicano.

El Trujillo a temer es el que está en la cultura y las instituciones.

La República Dominicana necesita profilaxis de los viejos trujillos, esos que representa Angelita (una especie en extinción), pero también de los reciclados y de los nuevos que pululan por doquier y aprendieron el método de saqueo para mantener al pueblo en la ignorancia que le permitió a Trujillo dominar a su antojo la sociedad dominicana.

Trujillo perdió relevancia histórica en la República Dominicana porque Balaguer lo reivindicó, y a través de él, todo un pueblo adoptó un nuevo estilo de trujillismo después de 1966.

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