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En el trabajo anterior presentamos evidencias claras de la innovación digital que dio una rápida y exitosa respuesta al aumento masivo de creación de datos.

Explicaremos los efectos extraordinarios producidos por la interacción de varios instrumentos, especialmente el Big data y la Computación en la nube.

Destrucción creativa.

Joseph Schumpeter, en su libro Capitalismo, socialismo y democracia, en el 1942, enfatizó el proceso que llamó “destrucción creativa”. Sugería que todas las compañías, sin importar su tamaño, que no se adaptaran, continuamente, a la innovación, podrían ser relevadas por otras con ideas nuevas.

El Dr. Richard Foster, recientemente, presentó los datos acerca de este proceso, utilizando la membresía S&P 500 (las 500 compañías americanas de mayor valor accionario en Wall Street) evidenciando lo siguiente:

– Hasta el 1960, las compañías tenían una duración de 58 años. En el 1980, alcanzaban 36 años.

– En el 2000, 25 años.

– En el 2012, 17 años, al coincidir con el pico de la revolución digital, el tiempo de permanencia será, considerablemente, más corto debido a la avalancha de cambios disruptivos que la tecnología está provocando.

Hechos inimaginables hace diez años:

– Sony, compañía dominante en los 90, vendió el sector de televisores y computadoras y perdió una enorme cantidad de dinero en los últimos cinco años.

– Kodak quebró.

– IBM vendió los sectores de computadoras personales, servidores, fábrica de chips para concentrarse en masivas inversiones en la Computación en la nube y software corporativos.

– Netflix, virtualmente, ha quebrado todos los cines y centros de renta de películas.

– El mercado de teléfonos inteligentes, sólo seis años después de creados, vendió, en el 2013, 1.04 billones de unidades, el doble de las vendidas en el 2011. Y las tabletas, tres años después de creadas, lograron una venta casi semejante a las computadoras personales.

– Las redes masivas, a bajo costo, de Web permiten trabajos colaborativos en los que participan varias personas de diferentes partes del mundo, y a cualquier hora del día, debido a la dramática reducción de precios de conferencias por videos y por la web.

Barreras de entradas.

A través de la historia económica han existido las “Barreras de entrada” mediante las cuales, por su tamaño y acceso a las tecnologías digitales, las grandes compañías lograban “economías de escala” impidiendo que las pequeñas corporaciones alcanzaran la capacidad competitiva.

El “Big data” y, sobre todo, la “Computación en la nube” están erosionando rápidamente las “Barreras de entrada”. ¿Por qué? Las pequeñas compañías tienen acceso a los mismos datos con igual costo, calidad y cantidad que las compañías grandes, sin tener, además, que comprar equipos, ni pagar programadores, etc.

Las grandes compañías, para reducir el tamaño de los daños, están obligadas a duplicar o triplicar sus inversiones y proceder a comprar, a precios enormemente sobrevaluados, pequeñas compañías bajo este concepto, pues cualquier cambio disruptivo puede ocurrir en cualquier firma. La reducción dramática en la “barrera de entrada” están sacudiendo todas las teorías económicas y gerenciales.

A partir de la crisis financiera del 2007, ha ocurrido un importante fenómeno que acelera este proceso revolucionario: los estudiantes más brillantes han aumentado, sustancialmente, su orientación educacional hacia las matemáticas y la computación. Debido a este fenómeno, el sector digital ha podido captar suficiente personal altamente calificado, permitiendo un exitoso manejo del desarrollo meteórico de la informática.

A modo de conclusión.

En lenguaje sencillo y real, el mundo está viviendo una época de constantes cambios bruscos y disruptivos que apenas permiten programar, a muy corto plazo, el futuro, siempre con el peligro de disminuir, apreciablemente, los beneficios de las compañías y muchas de ellas cerrando. Podríamos definir esta situación como la proyectada, en el 1949, por George Orwell en su extraordinario libro “1984” o en las emblemáticas palabras del co-fundador de Intel que dijo, en 1996, que llegaría un momento en el que “solo los paranoicos sobrevivirían”.