Destrucción de la clase media

Destrucción de la clase media

PEDRO GIL ITURBIDES
En su Encíclica Rerum Novarum, Su Santidad León XIII habló de la necesidad de que el salario ofrezca ocasión al ahorro. Decía este Pontífice que al patrono y al obrero conviene por igual que el último perciba un salario que le permita sufragar sus gastos sin estrecheces. Pero con un sentido práctico del progreso del que no gozan ni políticos ni empresarios con frecuencia, sugería que esa remuneración debía permitirle hacer, poco a poco, un pequeño capital.

Nuestro país se encuentra suspendido por la rueda de la historia en esos años finales del siglo XIX. Nuestra mentalidad no ha entendido la utilidad del pensamiento que este Obispo plasmó en ese documento. Porque hoy como en ese lejano ayer, conviene al progreso de todos que la paga por el trabajo ofrezca la oportunidad de cubrir gastos y disponer de un dinerillo para el ahorro.

Hasta 1979 el país disfrutó de un equilibrio entre el ingreso promedio y el gasto esencial para la subsistencia de una familia normal. No fueron los años transcurridos hasta entonces, y desde la creación de la moneda dominicana, aquellos en que los perros se amarraban con longaniza. Sin embargo, fueron días en que una familia de frugal existencia podía sobrevivir sin las presiones de esta época. Ese virtual equilibrio no ha podido restablecerse desde su pérdida con las primeras devaluaciones y la subsecuente inflación.

Cuanto es peor: los sucesivos gobiernos que nos hemos gastado desde entonces, no han querido, no han sabido o no han podido restablecer una necesaria equiparación entre ingresos y gastos familiares. Por el contrario, han dispuesto medidas monetarias o impositivas que han devenido en el empobrecimiento de la clase media.

La clase media es la más afectada. La mayor parte de los pobres ha caído en la inanición. Los que no han tenido que llegar a ello se desempeñan restringiendo los gastos familiares, obligándose a sacrificios inenarrables. Arriba, en esa escala, los que tienen ingresos como dependientes pero clasificables como clase media alta han podido seguir adelante, anulando gastos de civilización y superfluos que en nada afectan su calidad de vida.

Estas restricciones los obligan a asumir una diferente concepción de esa calidad, pero no disminuye la misma. En cambio, la clase media colocada en niveles inferiores de esta estratificación ha tenido que reducir o eliminar inversiones y gastos, hasta llegar a la depauperación.

El más deplorable intento de reducir a la nada la clase media fue gravar los ahorros. Este es uno de los países de menor capacidad de generación de ahorro. En el caso del sector público, porque se ha optado por el dispendio, la inflamación del gasto público y el dolo. En el caso del sector privado, porque los más propensos al ahorro están incapacitados para ejercer esta sana costumbre humana.

Los impuestos al ahorro no pudieron aplicarse. Existía el suficiente atrevimiento político para ello contra este sector medio poblacional. Los intermediarios financieros, empero, se mostraron opuestos a este gravamen. El que no se impusiera el ahorro, sin embargo, no desalentó a quienes conspiran para destruir a la clase media.

Por eso se elevó el impuesto a las transferencias de bienes industrializados y servicios, el famoso Itebis conforme el sobrenombre popular. Y se amplió, así mismo, la gama de productos y servicios sobre los cuales se aplica el mismo. Pero como esto no era suficiente para quienes han procurado destruir el sector poblacional de clase media, se obvió el ahorro para penalizar el uso de cheques, tarjetas de crédito y otros medios de pago.

Cada día el cerco es mayor. La eliminación del subsidio al gas licuado de petróleo podría ser la última estocada. El grado en que esta medida puede incidir sobre la economía doméstica es tan grave, que las autoridades a cargo decidieron posponer la aplicación. Optaron por esperar a que el Presidente Leonel Fernández llegase en el fin de semana de su viaje a Canadá y Estados Unidos de Norteamérica. Ojalá que el mandatario, que ya se encuentra en el territorio nacional, no se sume a quienes creen que conviene a la sociedad del futuro aniquilar totalmente a la clase media. Ojalá que piense que no solamente la clase media debe sacrificarse para sostener un Estado nacional hiperinflado, gastador y botarate.

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