Destrucción de la familia

Destrucción de la familia

Forjadores de opinión en los medios de comunicación y personas de influencia en nuestra sociedad tienden a analizar e interpretar los problemas sociales culpabilizando a la familia. Discursos como “estamos frente a la destrucción de la familia” predominan en el escenario social y mediático; estos discursos dejan de lado varias dimensiones, algunas de ellas son:
1. Ausencia de perspectiva histórica sobre nuestra sociedad.
Los problemas sociales que vivimos hoy: violencia, feminicidios, corrupción, delincuencia, exclusión, explotación sexual-comercial, abuso infantil, violación de derechos, no son recientes. Todos están presentes desde la colonización de la isla. La colonización estuvo marcada por todos estos males sociales y han transitado por nuestra sociedad sin rupturas.
2. Desconocimiento sobre la diversidad de estructuras familiares existentes en nuestra historia. En nuestra historia social hemos contado con familias extensas, familias nucleares (formadas por parejas e hijos/as) familias monoparentales. Estas familias han existido porque somos una sociedad culturalmente sincrética con un sostén patriarcal que refuerza el machismo y la poligamia-oculta, esto a su vez se mezcla con una cultura afrocaribeña que refuerza el tejido familiar extenso desde redes de cuidado y apoyo entre mujeres. Se presentan históricamente hombres jefes de varias familias, ¿cuál de esas familias han contado y cuentan con la presencia de padres físicamente? Aunque antes no existieran tantos divorcios, existían varias familias con un mismo padre como en la actualidad, por tanto algunas de ellas contaban y cuentan con padres ausentes que solo visitan la familia algunos días o simplemente nunca han ido.
3. Resistencias al cambio social y cultural. Estas afirmaciones sobre la realidad social en una mirada al pasado en forma tergiversada y mitificada tiene un sustrato ideológico de conservadurismo y resistencia al cambio. La familia es un espacio de convivencia social que está en permanente cambio. Esos cambios no son los que generan problemas al interior de la familia, son las pautas de convivencia que existen en su interior.
Nuestra sociedad ha transitado y transita con familias que mantienen patrones de violencia de género y hacia la niñez-adolescencia. Junto a estas familias han existido y existen otras que no presentan estos patrones y conviven en relaciones de equidad y armonía. Las diferencias entre estas familias no están en quienes la componen ni en su estructura (si la forman padres-madres, abuelas, madres solas, padres solos o parejas homosexuales) sino en las pautas que rigen sus relaciones desde la equidad y respeto a los derechos de sus miembros/as. Difundir la existencia de estas familias diversas que generan cambios hacia la equidad favorece a la expansión de valores democráticos y sobre todo al predominio del amor y la paz.

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