A partir de los actos terroristas sufridos por los Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001, el mundo conoció el nombre de un personaje y de una organización que posteriormente, durante una década, han sido usados para motivar guerras, invasiones, como la de Irak, ganar elecciones, chantajear y crear ambientes de inseguridad y pánico general en el colectivo humano.
Osama Bin Laden y Al Qaeda, tras aquel macabro y fatídico S-11 que trastornó a la humanidad, quedaron registrados en la historia con estigmas abominables de terroristas perversos, título aprovechado magistralmente para lavar los cerebros de millones de personas pertenecientes, principalmente, al mundo occidental. La figura de Bin Laden y la organización Al Qaeda, han sido en gran parte la excusa de Occidente para cometer atropellos diversos, principalmente en contra del mundo árabe, destruyendo y subyugando naciones que dieron origen a la civilización humana, con crímenes evidentes contra civiles inocentes, que han dejado brechas más profundas de odio fanático causante de la siembra del terror por doquier. Muchos recordarán cómo, durante la campaña de reelección presidencial de George Bush, se utilizó a Bin Landen para infundir pánico en el electorado norteamericano con supuestos video mensajes de amenazas que nos recordaban la fábula de Pedro y el lobo, cuando el niño mentiroso y malévolo asustaba a la gente de su comunidad al anunciarles: ¡Ahí viene el lobo!.
Finalmente, el lobo murió luego de diez años de supuestas búsquedas intensas de parte de la potencia más grande del mundo, apoyada por las naciones poderosas, poseedoras de equipos sofisticados de búsqueda, rastreo, satélites que recolectan y envían claras señales informativas.
Occidente ha perdido un lobo, pero le queda todavía otro, Al Qaeda, y justo cuando la gente celebraba que: el mundo está más seguro, llegó el funesto anunció de que esa organización lanzaría un nuevo ataque en venganza por la muerte de su líder. Osama pasa a la historia como uno de los grandes terroristas. Particularmente, agregaría muchos otros, como Augusto Pinochet, quien mató a miles de chilenos en nombre de la democracia. Bin Landen fue entrenado por la CIA, donde según se dice aprendió cómo preparar explosivos, utilizar códigos cifrados para comunicarse y ocultarse. Su resentimiento hacia EE UU e Israel, y contra los judíos, fue originado, por el maltrato a los árabes, especialmente a los Palestinos, según él.