Diversificación cultural
DOHA, Qatar.- Mi nieta mas pequeña, Marea Alejandra, estudia en el Liceo Francés de esta ciudad, que es uno de los colegios de renombre internacional y de mayor demanda que funcionan en este país oriental, pese que los idiomas principales aquí son el árabe y el inglés, pues este país fue colonia durante un buen tiempo de Inglaterra.
Los gobernantes de Qatar dan mucha importancia al tema de la educación en general y es por esto que ha extendido invitaciones a todos los centros educativos de Estados Unidos y Europa con exitosos métodos de programas educativos a que pongan sucursales aquí.
El emirato catarí tiene la responsabilidad de suministrar los locales y ha construido decenas de ellos con arquitecturas modernas y funcionales, unos enormes lugares, de cuadras enteras, en espacios de edificaciones muy amplios.
En todos los puntos de la capital se observan esos grandes centros educativos cuyos métodos provienen de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, España, Finlandia, Turquía, Jordania y de muchos lugares más.
Los colegios al igual que las universidades, es lo más parecido a las Naciones Unidas, pues los estudiantes provienen de todas partes, lo que finalmente brindará a cada uno, una visión amplia de las diferentes razas humanas y sus culturas, les ayuda a socializar, comprender mejor a las gentes que consideran que no son físicamente iguales en rasgos y color, aceptar a todos en tolerancia sin importar su procedencia.
Todo esto es para comentar que en el Liceo Francés, con alumnos de naciones diferentes, solicitó a sus padres que hicieran una exposición de sus países de procedencia y un plato típico.
En el caso de mi nieta, su papá habló de España y su mamá Emely Ann, de República Dominicana. De esta última se refirió a su gran importancia histórica en el Descubrimiento de América, de sus playas, hermosas, sus montañas, la frondosa y hermosa vegetación tropical, natural de isla caribeña, su gente hospitalaria, su gastronomía, música, teniendo de fondo banderas española y dominicana, mientras sonaba la contagiosa composición de Juan Luis Guerra “Ojalá que Llueva Café”, la que gustó más a las profesoras francesas que a los propios niños, quienes degustaron una sabrosa tortilla española y un mangú de plátanos con queso crema frito y salami de res, pues aquí está prohibido consumir carne de cerdo. Los plátanos proceden de Filipinas y países africanos.
Mientras observaba tan emotiva exposición, en un lugar tan, pero tan lejano en el Medio Oriente, no pude menos que emocionarme, es natural. Las añoranzas con matices de distancias producen sentimientos nostálgicos.