MADRID, España. Aunque el huracán Irma totalmente no se ha desvanecido y continúa con su estela de destrucción en territorio norteamericano, existe una sensación de alivio, porque el ciclón más grande y poderoso que se haya registrado en el Oceáno Atlántico, hasta estos momentos los daños mayores que ha ocasionado han sido mayormente materiales, no en términos de vidas humanas, pues se pensaba que a su paso podrían morir centenares de personas.
Los más aliviados y agradecidos con Dios, los dominicanos, pues el temido Irma originalmente tenía entre sus planes entrar de lleno a República Dominicana, pero, en los últimos momentos cambió de dirección, subió lo suficiente, dejando fuera de su alcance la mayor parte del territorio de República Dominicana, salvo la parte norte, donde se encargó de maltratar algunas comunidades, dañando viviendas de familias humildes en Puerto Plata, Sosúa, Luperón entre otras, pero, sin muertes.
Horas antes, Irma, sin piedad alguna castigó, destruyó a las indefensas Antillas Menores, borrando del mapa mundial a las Islas Vírgenes, Barbuda, San Martín, Antigua, y en mucho menor grado, atacó a Puerto Rico.
Como dijeron en los noticiarios españoles, República Dominicana resistió al huracán Irma, de todos los del Caribe, el menos perjudicado, pues hasta en Cuba, los daños han sido considerables, como en Varadero, que es la zona de mayor turismo de playa, lo que afecta su economía, pues al igual que los demás países del Caribe, tienen en el turismo una importante fuente de ingreso, que ahora han perdido. Las islas pequeñas están necesitando de urgencia ser nuevamente reconstruidas.
La impotencia de los seres humanos ante los fenómenos naturales es visible. Por más adelantos logrados por la humanidad en todos los campos del conocimiento, como el científico, la búsqueda constante de la conquista del espacio, la llegada del hombre a la luna, pero, ante la furia de un temblor de tierra, tsunami, huracán, tornado, y otros, la pequeñez del hombre es visible.
El conocimiento de la vulnerabilidad de los humanos, hace que muchas personas encuentren su fortaleza en la creencia, fe en la existencia de un Ser Supremo, capaz de amparar, dirigir el destino del hombre, de la humanidad y su entorno, el mundo en el cual vive, un convencimiento que abrigan la mayoría de los dominicanos, que ponen diariamente de manifiesto a través de la práctica de la doctrina cristiana en sus diversas denominaciones.