DOHA, Qatar.– Los dominicanos nos sentimos orgullosos de todos aquellos compatriotas que se han destacado en sociedades extranjeras en disciplinas diversas del deporte, arte, cultura, ciencia, a la vez que nos afligimos, cuando algunos, en países que les han acogido, cometen actos delictivos graves que provocan la ira y el menosprecio hacia nuestra nacionalidad. Un bochorno lamentable, pues unos pocos ponen en entredicho la conducta de un colectivo formado en su mayoría por personas decentes, trabajadoras, entre ellos profesionales en campos diversos. Hace apenas un año, la comunidad dominicana en España se estremeció con aquel crimen tan mediático, el cometido por Ana Julia Quezada, quien le quitó la vida al niño de 9 años, Gabriel Cruz, un infanticidio que indignó y enojó a la sociedad española.
Cuando la tempestad ha pasado, otra tragedia conmociona a la comunidad dominicana en España, y a toda la sociedad. El asesinato de un joven español, estudiante destacado de Historia en Inglaterra, que según sus conocidos era ejemplar, a manos de la banda de delincuentes llamada Dominican Don’t Play, la más sangrienta de toda España. El joven asesinado Alejandro Bartolomé de 20 años de edad, recién acababa de llegar de Inglaterra para participar en las fiestas patronales de la comunidad madrileña, Cobeña, un lugar apacible, hermoso y familiar, en su mayoría de clase media alta, acomodada, donde las tragedias no suelen ocurrir, hasta que llegaron los pandilleros de la Dominican Don’t Play, cambiando la paz, por la violencia con la supuesta finalidad de robar carteras y celulares, y terminaron la celebración provocando a los concurrentes. Finalmente, atacaron a Alejandro Bartolomé, quien se disponía regresar a su casa indefenso y recibió tres puñaladas, una en el corazón. Los asesinos hirieron a tres jóvenes más que trataron de socorrer a la víctima,
La banda Dominican Don’t Play lleva collares con los colores de la bandera dominicana, la otra pandilla dominicana lleva el nombre de La Trinitaria…