Uno de los mayores privilegios que gozan los ciudadanos de países con regímenes democráticos es el derecho a la escogencia libre de sus gobernantes, aunque, en muchas ocasiones, los sufragios con apariencias de limpieza son utilizados para propósitos oscuros que beneficiarían a candidatos con menores posibilidades de triunfo que sus oponentes.
Dentro del panorama mundial democrático, no siempre las elecciones muestran los resultados reales de la mayoría de los votantes, pues muchas veces han sido manipulados a través de viejas artimañas simples, o sofisticadas, convirtiéndose los sufragios en un instrumento ineficaz que puede dar una ilegalidad, o la continuidad a poderes deteriorados, desgastados por el tiempo, y corroídos por la corrupción, o también dar luz verde a nuevos candidatos con poca, o ninguna aceptación popular.
Las trampas electorales no solamente suceden en países tercermundistas, en las grandes naciones también, y ahora más que nunca, cuando modernas tecnologías han llegado a los centros de votaciones, que por más sofisticadas que sean, no dejan de ser vulnerables a manipulaciones, y hasta alimentadas por aquellos conocedores de las técnicas de los dispositivos del voto electrónico, una tendencia tecnológica mundial, que por primera vez fue introducida en República Dominicana, en las fallidas elecciones municipales del pasado febrero, que han generado múltiples especulaciones y acusaciones, dejando un sabor amargo en la ciudadanía que al parecer, en estos momentos la mayoría está ávida de un cambio de actores en la escena política gubernamental.
En torno a la celebración de los próximos comicios del 16 de mayo, se percibe en la ciudadanía un sentimiento de desconfianza, un temor a que se lleven a cabo nuevas maniobras oscuras que puedan descalificarlas, y que den pie a reclamos populares que podrían llevar al país a nuevas situaciones de conflicto.
Dichos sufragios se realizarán en momentos cuando el mundo está atemorizado en medio de una posible pandemia del coronavirus, y lo mejor sería que todo transcurriera con normalidad y en paz, teniendo en cuenta que los periodos gubernamentales no son eternos, son de cuatro años, y cualquiera de los vencidos puede: “Volver, volver”, pues como dicen los entendidos: No hay políticos muertos…DOHA, Qatar.- Uno de los mayores privilegios que gozan los ciudadanos de países con regímenes democráticos es el derecho a la escogencia libre de sus gobernantes, aunque, en muchas ocasiones, los sufragios con apariencias de limpieza son utilizados para propósitos oscuros que beneficiarían a candidatos con menores posibilidades de triunfo que sus oponentes.
Dentro del panorama mundial democrático, no siempre las elecciones muestran los resultados reales de la mayoría de los votantes, pues muchas veces han sido manipulados a través de viejas artimañas simples, o sofisticadas, convirtiéndose los sufragios en un instrumento ineficaz que puede dar una ilegalidad, o la continuidad a poderes deteriorados, desgastados por el tiempo, y corroídos por la corrupción, o también dar luz verde a nuevos candidatos con poca, o ninguna aceptación popular.
Las trampas electorales no solamente suceden en países tercermundistas, en las grandes naciones también, y ahora más que nunca, cuando modernas tecnologías han llegado a los centros de votaciones, que por más sofisticadas que sean, no dejan de ser vulnerables a manipulaciones, y hasta alimentadas por aquellos conocedores de las técnicas de los dispositivos del voto electrónico, una tendencia tecnológica mundial, que por primera vez fue introducida en República Dominicana, en las fallidas elecciones municipales del pasado febrero, que han generado múltiples especulaciones y acusaciones, dejando un sabor amargo en la ciudadanía que al parecer, en estos momentos la mayoría está ávida de un cambio de actores en la escena política gubernamental.
En torno a la celebración de los próximos comicios del 16 de mayo, se percibe en la ciudadanía un sentimiento de desconfianza, un temor a que se lleven a cabo nuevas maniobras oscuras que puedan descalificarlas, y que den pie a reclamos populares que podrían llevar al país a nuevas situaciones de conflicto.
Dichos sufragios se realizarán en momentos cuando el mundo está atemorizado en medio de una posible pandemia del coronavirus, y lo mejor sería que todo transcurriera con normalidad y en paz, teniendo en cuenta que los periodos gubernamentales no son eternos, son de cuatro años, y cualquiera de los vencidos puede: “Volver, volver”, pues como dicen los entendidos: No hay políticos muertos…