MADRID, España. La gran mayoría de las personas que guardan prisión por asuntos de corrupción, de delincuencia económica, piensan que vale la pena pasar unos años encarcelados, pues saben que al salir libres seguirán siendo millonarios.
A pocos les importa el honor, el descrédito. Están convencidos de aquello de “cuánto tienes, cuánto vales”. Saben de memoria, que la sociedad hipócrita nuevamente los recibirá con honores, los adulará, y -por qué no- hasta los respetará.
Salvo algunas excepciones, ningún delincuente económico sale de prisión pobre. Normalmente esconden tenencias con efectivas artimañas, de manera que la justicia no puede detectarlas, o no le interesa hacerlo.
Son muchas las cárceles del mundo que tienen entre sus rejas a personajes conocidos que casi siempre provienen del mundo político, de la banca, del empresariado, y otros. La novedad principal es que hasta hace pocos años estas personas eran verdaderas “vacas sagradas”, con vidas fastuosas, protegidas por la impunidad indecente.
Aunque en algunos países, como República Dominicana, se continúa con la práctica de “amagar” y no castigar, en otros, los delincuentes económicos tienen que purgar años de cárcel y entregar sus bienes provenientes de la corrupción (todo lo tomado ilícitamente), amén de quedar inhabilitados.
En España, casi dos mil políticos, funcionarios gubernamentales, banqueros, empresarios, cumplen diversas condenas por casos de corrupción, muchos de ellos escandalosos, como quien fuera el amante de la cantante Isabel Pantoja, el ex alcalde de Marbella, Julián Muñoz, quien luego de años de cárcel, fue puesto en prisión domiciliaria por asuntos de salud. La misma artista estuvo en prisión por blanqueo de dinero.
La semana pasada, uno de los banqueros más famosos, Miguel Blesa, se suicidó con un tiro en el pecho. El ex presidente de Caja Madrid, una entidad de ahorros, ya había estado entre rejas por la famosa tarjeta Black, que él mismo se asignó y que le permitía gastarse altas sumas de dinero, al margen de su salario.
Miguel Blesa, acosado por la justicia, sabía que volvería a la cárcel acusado por otros delitos de corrupción en Caja Madrid, Bankia, y prefirió quitarse la vida antes de regresar a prisión.
En los últimos años, los juzgados y tribunales españoles han procesado o abierto juicio oral a más de cuatro mil personas; la corrupción, principalmente en los círculos del poder político, es fuerte, pero se combate.