Emely Tueni 
MADRID, España.– Desde antes de la dictadura de Rafael L. Trujillo, todos los gobiernos de República Dominicana han estado, de una forma u otra, vinculados con algún tipo de corrupción, aunque muchos delitos nunca sufrieron el peso de la justicia, simplemente se quedaron como un “rumor público”, y es posible que un 80 por ciento de los millonarios de nuestro país, sus fortunas están basadas en actividades turbias.
Incluso, algunas fortunas tienen hasta vínculos tan antiguos, como desde la época del dictador Ulises Hereaux (Lilís) pues una de las mejores y fáciles maneras de hacer dinero es pegarse de los funcionarios y políticos de los gobiernos de turno.
El caso de la Odebrecht es posiblemente el mayor soborno de una compañía para lograr a su favor la obtención de contratos diversos. Se dice que el dinero pagado por esta empresa brasileña asciende a 92 millones de dólares, pero, si nos ponemos a pensar hay muchos otros casos que no se han destapado, están durmiendo el sueño eterno, aunque al igual que la Odebrecht ha hecho mucho daño económicamente a nuestro país.Lo penoso es que algunos asuntos delicados son manejados de manera inteligente por aquellos que mueven los hilos del poder, quienes astutamente son expertos en convertir hechos bochornosos en un circo, desviando la atención de los elementos graves que le conforman, dándoles una tregua para ocultar situaciones enojosas que puedan en momentos determinados, desembocar en una gran crisis de gobernabilidad. Una parte del pueblo tiene conciencia de los hechos, otra parte está entretenida con las imágenes de los acusados, en sus idas y venidas al Palacio de Justicia, preguntándose si algunos de ellos están enfermos o no, y cuántos faltan en la lista. Aunque el gobierno actual sufre presión por el caso, no es menos cierto que le sirve para ganar tiempo, apaciguar la indignación pública, que entiende que la lista es mayor. Al final, la ciudadanía lo que desea es que se quite el dinero obtenido ilícitamente, y que se utilice en obras sociales.
