MADRID, España.-El presidente Pedro Sánchez ha originado controversias por su empeño de sacar fuera del Valle de los Caídos los restos mortales del dictador Francisco Franco por considerar, al igual que muchos otros, que el verdugo no puede estar enterrado junto a sus víctimas.
Hace pocos días, el gobierno de Sánchez aprobó un decreto que ha entrado en vigor y que considera “urgente y excepcional”, la inmediata exhumación y el traslado del cuerpo embalsamado del dictador, un decreto que será recurrido por los familiares de Franco, sus nietos, quienes han expresado sus deseos de que su abuelo permanezca en el Valle de los Caídos, un lugar que el mismo dictador mandó a construir como homenaje a las víctimas de la Guerra Civil Española, principalmente, a los de su bando.
El asunto ha generado muchas polémicas. Se alega que el Gobierno español debería resolver problemas prioritarios, más importantes que desenterrar a Franco y que lo que busca el presidente Pedro Sánchez es aumentar su popularidad para las próximas elecciones.
Sánchez ha hecho un milagro, ha resucitado a Franco, pues a partir de su decisión de sacar al dictador del Valle de los Caídos, el número de visitantes ha aumentado considerablemente y las filas son interminables. El sepulcro de Franco es objeto de un gran interés público, miles quieren retratarse en el lugar que consideran histórico y cuyo protagonista será expulsado durante un día anónimo, sin muchos alborotos, para evitar manifestaciones franquistas, según se ha informado.
A la gente se le olvida, y a los políticos también, que los dictadores tienen sus “fans”, sus seguidores. Cuando el criminal más grande de la historia, José Stalin, murió, millones hicieron largas filas para ver su cadáver. La momia embalsamada de Lenin reúne miles de personas anualmente y Hitler todavía genera simpatías en los ultra nazis alemanes. Cuando Rafael L. Trujillo murió asesinado, largas colas de personas fueron a ver su ataúd. Todos seguidores de este dictador caribeño.
A Sánchez, en cierta forma le ha salido “el tiro por la culata”. Las confrontaciones hacen perder votos, y la Iglesia católica, aunque no se ha pronunciado, no estará de acuerdo con la exhumación del dictador, su aliado, quien brindó apoyo y protección de acciones criminales a cientos de sacerdotes y monjas, seminaristas, muchos fusilados durante la contienda civil española. Los crímenes fueron de todos los bandos.
Hasta la semana próxima.