Cataluña recién acaba de celebrar una consulta alternativa, una especie de sondeo para saber qué número de catalanes están de acuerdo con crear un Estado independiente de España, al que ha estado unida durante siglos.
La consulta, según el presidente de la Generalitat Artur Mas, ha sido exitosa, mientras que el Gobierno español, dirigido por Mariano Rajoy, les ha recordado a los nacionalistas catalanes que dicha consulta soberanista no tiene ningún tipo de legalidad.
La sociedad catalana está dividida, entre los que quieren seguir formando parte de España y, aquellos que no, pues estos últimos alegan que no se sienten ser españoles, entre otras cosas porque tienen diferentes culturas, tradiciones, costumbres, idioma, además de molestarles el concepto castellanista y centrista de España, que en el fondo no acepta las culturas diferentes a la castellana.
En el pasado, el territorio catalán siempre estuvo dentro de lo que hoy forma a España. El condado de Barcelona formaba parte de los territorios llamados de la Marca Hispánica, se integró primero a la Corona de Aragón y finalmente se unió con la Corona de Castilla, y luego Navarra. Esta reunificación hizo volver otra vez a la unidad política y cultural que gozaba la Península Ibérica desde la antigüedad romana. O sea, que que ya formaba parte, desde hacía dos siglos, a la Corona hispánica, lo que significa que Cataluña no fue conquistada por un país extranjero, en este caso, España, sino que siempre ha estado dentro de la Península Hispania. Este tema en particular, es uno de los grandes mitos del nacionalismo catalán. Los territorios de la Península Ibérica llamados Marca Hispánica permanecieron unidos. De aceptar el Gobierno español la independencia catalana tendrá que enfrentar nuevos movimientos soberanistas independentistas, que finalmente podrían dividir geográficamente en pedazos todo el territorio actual de España. Un verdadero lío que aunque parezca imposible en un futuro puede suceder.