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Apenas era una adolescente cuando Jeannette Miller no sólo sobresalía por ser una joven intelectual, sino por sus inquietudes políticas dentro del marco de una compleja sociedad dominicana, subyugada, en ese entonces, por el régimen dictatorial de Rafael Leónidas Trujillo, sentimientos que años más tarde plasma en muchas de sus obras literarias.
Es posible que su condición literaria le aya nacido como producto de sus vivencias muy directas con su padre, el también conocido poeta y escritor, Freddy Miller, cuyo asesinato, atribuido a Trujillo, le marcó de tal forma que durante toda su existencia ha asumido una gran responsabilidad social. Por ello las injusticias, en todas sus vertientes, la han conmovido profundamente, razón que hizo que en su juventud no permaneciera estática ante los acontecimientos históricos que conmovieron a República Dominicana.
En su novela La vida es otra cosa (Alfaguara, 2006), que ha logrado gran éxito de venta en el país, se palpan sus fuertes convicciones en el orden humano, político y social, al igual que en su próximo libro: Cuestión de piel en el cual trata algunos aspectos de la discriminación racial que existe en nuestro país de manera solapada, disimulada, pero real.
La recién ganadora del Premio Nacional de Literatura que otorgan la Fundación Corripio y la ecretaria de Cultura, el más alto galardón de este género en el país, se suma a otros grandes premios por sus obras, como el premio Eduardo León Jimenes que se concede en el contexto de la Feria Internacional del Libro, por su libro: Importancia del contexto histórico en el desarrollo del arte domin i c a n o, y el año pasado obtuvo el premio José Ramón López, en el renglón de cuento, auspiciado por la Secretaria de Estado de Cultura por: A mí no me gustan los boleros.
Durante varios años, Jeannette Miller residió en Madrid, España, donde estudio con grandes escritores españoles, entre ellos José Carlos Bousoño, Torrente Ballester y Manuel Criado de Val. En Santo Domingo tuvo como mentores al filósofo Juan Francisco Sánchez (Tongo) y a los poetas
Franklin Mieses Burgos y Manuel Rueda, entre otros. Su novela, sus cuentos y toda su producción literaria la han hecho merecedora, por unanimidad del jurado, del gran Premio Nacional de Literatura de la Fundación Corripio.
