Los dominicanos somos personas muy especiales, sobre todo en el campo de celebraciones. Nos encanta tener alguna festividad, un pretexto para un “bonche” que nos motive a cualquier tipo de reunión para compartir con familiares y amigos.

Una de las celebraciones que más aman los dominicanos es la Navidad, aunque la mayoría no le da el verdadero sentido religioso de esas festividades, sí es un periodo de tiempo que muchos esperan para dar rienda suelta a sus personalidades diferentes, a placeres abundantes que por razones diversas no buscan en tiempos cotidianos.

Los comerciantes se esfuerzan en traer la Navidad desde octubre, pero, si bien consiguen buenos dividendos en consumismo, el verdadero espíritu de la Navidad nunca se presenta con anticipación, pues sólo desciende en el tiempo real. Es algo misterioso, pero es así, no importa lo que se haga, es en diciembre cuando ese espíritu de luz, de alegría, confraternidad, lleno de una magia especial, envuelve los corazones de los cristianos del mundo.

Poco importa que estemos prácticamente iniciando el mes de octubre, que haga un calor infernal como si se tratara de un agosto cualquiera, un verano caliente que continúa lentamente en medio de largos y tediosos apagones. Nada detiene a las grandes tiendas dispuestas a engalanarse con sus adornos hermosos propios de la ocasión navideña, que tanto gustan, sobre todo a la gente menuda.

Ya los arbolitos de todos los colores han inundado el mercado, hasta se decoran con los colores emblemáticos de los partidos políticos. Es decir, se pueden adquirir árboles navideños peledeístas, en los que el color morado, púrpura predomine en toda la decoración; si es del PRD, los tendrá blanco y así por el estilo, pero para no asustar a los niños, no tendrán fotos de Leonel, Danilo, Hipólito o Miguelito, salvo alguna petición especial, aunque ellos, al igual que la Navidad, están prematuros para las próximas campañas.

Vamos a celebrar con un espíritu alegre el inicio en octubre de la Navidad dominicana, con los villancicos que entonan los grupos corales en los establecimientos comerciales, que nos animan y nos llenan de esperanza, al igual que todas esas alegorías hermosas y llamativas repletas de colores, de luces que encienden nuestros corazones.