Los tiempos que corren no son favorables para el turismo mundial, pues el miedo al contagio al coronavirus se ha extendido, y miles de personas han cancelado sus viajes vacacionales, pese a que los casos de contagio del citado virus son muy pocos, muchísimo menos que otros tipos de gérmenes.
Hasta el momento, fuera de territorio chino, son muy pocos los países que han reportado contagios, y se cuentan con los dedos de las manos los fallecimientos, razones por las cuales las alarmas son infundadas.
La mayoría de los países están en alerta, y están tomando medidas extremas para evitar que el virus penetre en sus territorios.
El coronavirus provoca enfermedades que no son necesariamente mortales, pues como cualquier tipo de virus negativo a la salud, si se detecta a tiempo, con tratamientos adecuados se puede rebasar y continuar normalmente.
Las dudas en general son entendibles, pero actualmente es exagerado, porque en el planeta existen muchos virus infecciosos que provocan el resfriado común, la gripe, y algunos más graves, como el VIH, sida, el ébola y pueden atacar distintas células del cuerpo, como el hígado, el sistema respiratorio o la sangre.
Al momento de escribir esta columna, se han registrado menos de diez fallecimientos, que han ocurrido en Hong Kong, Japón, Filipinas y Francia. El único lugar donde las cifras son muy elevadas es Wuham, con unas dos mil personas muertas.
Uno de los sectores turísticos más afectados es la industria del crucero, que ha recibido miles de cancelaciones, pues basta que una persona sea sospechosa de tener el virus, todos los demás pasajeros quedan en cuarentena dentro de la embarcación que se convierte en una especie de cárcel flotante.
Un ejemplo de ello ha sido el caso del Diamond Princess, un crucero con capacidad para alojar a casi cinco mil personas, que lleva en cuarentena desde el 3 de febrero, atracado en el puerto de Yokohama (sur de Tokio), y donde se notificó de 135 personas contagiadas.
Otros cruceros han corrido la misma suerte, y como es normal, los pasajeros se sienten desesperados sin poder bajar a tierra.