Detalles: un vuelo desastroso

Detalles: un vuelo desastroso

Es una lástima tener que decir que algunos compatriotas que viajan desde Madrid a Santo Domingo y viceversa, cuando se suben en un avión exhiben en público una educación tan baja, que dejan mal parados a los dominicanos en general.

Entendemos que muchos dominicanos residentes en países europeos, principalmente en España, pertenecen a una clase social de pocos recursos económicos. Ellos abandonaron su país en la búsqueda de oportunidades de trabajo que les permita no sólo a ellos subsistir, sino también, a sus hijos, padres, hermanos a quienes les envían dinero.

Pero, el hecho de que una persona no haya tenido la oportunidad de realizar ni siquiera los estudios básicos elementales, no significa que deba comportarse indecentemente, pues también existe la educación hogareña y el sentido de la prudencia, el discernimiento del bien y del mal.

La decencia no es un valor solo para los pudientes, sino para todo el mundo, la gente tiene que comportarse de manera civilizada, sobre todo, cuando comparte lugares cerrados, como una cabina de avión repleta con más 200 personas, que de hecho es muy incomodo por la estrechez de los espacios.

Hace un par de días, viajé de Madrid a Santo Domingo y, una vez más, sufrí vergüenza ajena. Un grupo de viajeros se dedicó durante todo el vuelo a emborracharse de mala manera. Ya subidos de alcohol, hombres y mujeres se tornaron necios y ofensivos, a tal punto, que cuando la azafata trató de poner el orden, le vociferaron: “Cállese grajosa, piojosa”. A los pocos segundos una pasajera insultó a un español, diciéndole: “buen maricón”, mientras que a otro le dijo “buen m.g”. Algunas brindaban alegremente con un par de extranjeros citándose en Sodoma y Gomorra, perdón, quise decir Boca Chica.

Así continuó el viaje hasta el momento cuando las ruedas del avión salieron y, aquellos hombres y mujeres pasados de tragos pensaron que la nave había aterrizado, el desorden fue mayúsculo extendiéndose hasta el aeropuerto, en la terminal a recoger las maletas donde el show continuó entre insultos, amenazas de peleas, palabrotas fuertes y hasta tirarse sobre la correa donde circulaban los equipajes, pero, vergonzosamente, ningún trabajador del aeropuerto se inmutó, todo lo contrario estaban gozando el espectáculo, riéndose del deprimente circo que dejó mal parado a nuestro país frente a los turistas quienes también tuvieron que fumarse un viaje muy desagradable.

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