MADRID, España.- España se levantó ayer con la sentencia condenatoria a los líderes políticos catalanes protagonistas hace dos años de la proclamación ilegal de la independencia de Cataluña, una declaración que desde ese entonces, ha enfrentado al Estado español, con la mitad de la población de la comunidad autónoma de esa región.
Por el momento, se ha salvado de la cárcel el ex presidente de la Generalitad Catalana, Carles Puigdemont, quien luego de proclamar independiente a Cataluña huyó a Bélgica, una acción que muchos han considerado como una cobardia, por dejar atrás, desamparados a sus cómplices que posteriormente fueron apresados, y ayer condenados. En el caso de no haber huido, Puigdemont hubiese recibido la mayor cantidad de años de prisión, al igual que otros, que también se escaparon. A partir del anuncio de independencia, Cataluña, principalmente su capital Barcelona, experimenta una inestabilidad política y económica, una división social peligrosa, pues la población está visiblemente partida en dos partes iguales, enfrentadas entre sí, incluso confrontaciones familiares entre independentistas y aquellos que se consideran españoles que han dado paso al odio y al rencor. El panorama social catalán es inquietante, sobre todo porque los independentistas se quieren imponer de manera dictatorial, acosando a todos aquellos que no lo son. No permiten que en las universidades, colegios se estudie en español, sino en catalán, fanáticamente olvidando que el español, actualmente es el segundo idioma más hablado del mundo.
Hace un par de días se denunció que en los hospitales se les está exigiéndo a los médicos y enfermeras catalanes no atender a personas que no hablen catalán. El acoso, es palpable, además, les muestra prepotentes, soberbios, frente al resto de los españoles.
La agitación política en esa comunidad autónoma es tan preocupante, que el Estado español se ha visto obligado a enviar a efectivos de la Policía Nacional y guardias civiles, pues desconfían de los policías de la generalitad, los mozos de escuadra.
Muchos consideran que dentro de las filas de los mozos pueden haber simpatizantes del independentismo, al menos, han demostrado permisividad con ellos. La situación es tensa, los mozos se sienten humillados, se ha temido un enfrentamiento entre esos cuerpos armados, mientras las calles de Barcelona comienzan a llenarse de manifestantes y España observa con preocupación.