La fabricación y venta de medicamentos falsos no es nueva, ni tampoco esa actividad delictiva exclusiva de nuestro país, pues se realiza tanto en naciones ricas como en las llamadas del tercer mundo.

Esta práctica ha generado consecuencias graves y se calcula que a nivel mundial son miles las personas que han muerto luego de consumir fármacos falsos o alterados, principalmente, la población infantil ha sido la más afectada.

Ciertamente, es una acción criminal, penalizada en toda parte, donde se han detectado muchos medicamentos falsos, muchos de ellos elaborados en laboratorios clandestinos.

Lo extraño es, que muchas de las farmacias donde se han encontrado medicinas como diríamos aquí “caravelitas” las autoridades la cierran, pero, al poco tiempo nuevamente están funcionando como si nada hubiera pasado.

La experiencia en estos casos refleja que aquellos que delinquen una vez, luego continúan haciéndolo, sobre todo, cuando tienen la seguridad de que nada les va a pasar.

Los propietarios de las farmacias y laboratorios donde se detecten  que fabrican ó venden medicamentos falsos ó adulterados, no sólo, se les debe cerrar el establecimiento, sino que deben ser enviados a prisión,  pues son asesinos indirectos causantes de muchas vidas perdidas, pues entre otras cosas, los fármacos amañados no carecen de las cantidades suficientes de los componentes que se supone que sirven para curar o aliviar determinadas enfermedades.

Lo mas grave de todo, es que estos medicamentos no se venden clandestinamente, sino por toda parte de la capital y del interior.

Esta irregularidad pone chivo a cualquiera porque ese asunto de dar en medicina “gato por liebre”, es jugar peligrosamente con la salud de la gente, sobre todo cuando se trata de combatir una enfermedad crónica.

Las irregularidades en ese sentido no solamente suceden con las medicinas llamadas a curar una dolencia cualquiera, sino también hay que tener cuidado con todas esas pastillas que venden “supuestamente” como refuerzos vitamínicos.