Cuando hace pocos años Ángel Haché realizó una excelente ilustración del libro “Los árboles de Unapec,  un monumento de la naturaleza”, percibí que este artista estaba a un paso de convertirse en pintor, una decisión que finalmente tomó de manera sabia, pues recién acaba de demostrar en una serie de trabajos interesantes ejecutados dentro de las corrientes del realismo, la abstracción y algunos elementos surrealistas, que posee el  talento y  las condiciones necesarias  para transitar por los intensos caminos del arte pictórico.

Su debut como pintor  ha generado en el público  el mismo entusiasmo que durante años ha logrado este artista como una de las primeras y más destacadas figuras masculinas del teatro dominicano, la dirección teatral,  el dibujo y otras disciplinas.

Justo en su faceta de dibujante figurativo,  Ángel Haché  ha sobresalido al extremo de que se le cataloga dentro de un alto nivel, pero,  como artista serio que es, que se exige mucho,  demasiado, le llevó años decidirse a plasmar en lienzos toda su imaginación pictórica que ahora nos muestra  desbordada con una paleta de colores intensos y profundos, bien empleados, logrando  resultados sugestivos que envuelven.

“Canto a la naturaleza”, exhibida en la Quinta Dominica,  cerca del Convento de los Dominicos, es una exposición  que merece la pena.

Es el esfuerzo de un hombre talentoso que ha cultivado con éxito varias facetas de las bellas artes con un estricto sentido artístico, pero también  social, y sobre todo humano, que le hace merecedor de constantes elogios.

Su primera exposición presenta un catálogo  compuesto por 23 pinturas realizadas en técnica acrílica y mixta sobre tela, que muestra a un  pintor que no tiene nada que envidiarle a otros colegas veteranos que llevan años establecidos, pues su pintura equilibrada tiene fuerza y una magia capaz de tocar el alma de quienes  observan sus obras.

A partir de esta primera exposición, de seguro escucharemos hablar mucho del pintor Ángel Haché, pues tiene  madera suficiente, inquietud, perseverancia, trabajo constante y, la búsqueda de nuevos retos necesaria  para continuar alimentando su intenso mundo interior.