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Comunicación permisiva

<STRONG>Detalles<BR></STRONG>Comunicación permisiva

Cuando un Gobierno se permite el lujo de que  tomen los medios de comunicación como instrumento para insultar a personas conocidas en diversas áreas de nuestra sociedad, se hace reo de que  esa misma situación degradante le salpique, y luego no cuente con los argumentos necesarios para frenar situaciones enojosas que finalmente dañan reputaciones.

La libertad de expresión no da derecho a tirar por el suelo la honra de nadie, ni acosar verbal y constantemente a personas públicas, en la mayoría de las veces de forma abusiva y ultrajante.

Es un error decir -o creer- que la falta de respeto en la radio y la televisión del país se producen solamente en un programa determinado, pues eso no es así.

La radio y la televisión se han convertido en medios llenos de ignominia, de maldad, donde el ultraje verbal es degradante para cualquier ser humano y debería ser inaceptable.

Nadie tiene derecho a sacar a la luz pública lo personal de nadie, incluso si se trata de una prostituta, un homosexual o lo que le venga en gana. La vida privada de cada quien es precisamente eso: privada.

Si una figura pública comete un acto delictivo o está involucrada en un gran escándalo, lógicamente los medios de comunicación deben informarlo, pero nunca con odio, con saña hacia la persona que está señalada como autora de actos fuera de la ley.

La gente que trabaja en medios de comunicación debe tener una gran dosis de sensibilidad humana, más caridad con el prójimo a la hora de hacer comentarios sucios que pueden  afectar incluso psicológicamente a las personas que son destruidas verbalmente.

Son muchos los programas radiales y televisados que usan palabrotas y que se dedican simplemente a la labor de francotiradores de toda persona que se destaque.

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