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Con altas y bajas  la vida continúa

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Pasaron las elecciones, gracias a Dios y, también el Día de las Madres, que por cierto, al parecer este año fue abundante, al menos los centros comerciales de efectos electrodomésticos y artículos en general se vieron repletos de compradores, luciendo muchos de ellos abarrotados, sobre todo aquellos que tenían ofertas llamativas. Luego el domingo, igualmente sucedió en los restaurantes y centros de comidas diversas dejando así atrás unos meses de angustias en una carrera electoral apabullante para abrir camino a una cotidianidad que poco a poco se va imponiendo. 

Como es natural y lógico, los que ganaron continúan contentos por veinte mil razones y los que perdieron aceptan la realidad,  aunque no con mucho agrado, pero sí con la plena convicción de que la paz social y la tranquilidad de la ciudadanía está por encima de todo.

Recuerdo perfectamente las elecciones del año 1986, cuando el licenciado Jacobo Majluta  se disputaba la “silla de alfileres”, con el doctor Joaquín Balaguer, perdiendo el candidato por el Partido Revolucionario Dominicano, por pocos votos, la presidencia de la República, sin embargo, pese a que esos comicios fueron aparentemente “ganados” por el líder Reformista, el licenciado Majluta  después que la Junta Central Electora diera a conocer los resultados de los votos que le daban perdedor y, consciente de lo peligrosa que podría tornarse la situación del país, rápidamente aceptó los resultados comunicando a la ciudadanía que prefería  dejarle la presidencia a  Balaguer, para no propiciar un baño de sangre en la nación dominicana.

Con el transcurrir de los años, esa actitud responsable de Majluta se revive en cada una de las  elecciones que se han celebrado en el país. Es posible que algunos de sus seguidores, hayan pensado que no lo debió hacer, pero muchos otros, agradecieron su postura en ese entonces. Lo que sí es cierto, que no siempre se puede jugar con candela, porque un día, las cosas podrían no salir, como dice una canción, “suavemente”.

La vida continúa para todos, con altas y bajas, pero la gente nunca puede perder la esperanza de lograr sus objetivos. Sobre todo los jóvenes deben continuar en la búsqueda de todo aquello que anhelan. El mundo no se acaba por unas elecciones, ni mucho menos un país como el nuestro con gente tan especial, siempre alegre y simpática, aunque se estén comiendo un “cable”.

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