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Cuesta mucho creerlo

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Hasta hace pocos años muchos dominicanos teníamos la percepción de que los asesinos o violadores en serie solamente existían en países de grandes poblaciones en donde el trato  entre  humanos es frío y distante, con  excepción de los familiares.

Jamás se nos ocurría relacionar  a gentes de nuestro país con actos criminales en serie, sin embargo, los medios de comunicación informan a diario todo lo contrario, y tiene lógica, pues no sólo el desequilibrio mental de un ser humano puede llevarlo a cometer locuras, sino también en los últimos años el aumento del consumo de drogas peligrosas han alterado notablemente todo el sistema psíquico de mucha gente cuya conducta se ha deteriorado de tal forma que son capaces de llevar a cabo acciones malignas  que para un ser humano normal son verdaderamente aberrantes y repugnantes.

Hemos sabido de pandillas juveniles que han matado en serie  a  taxistas a quienes incluso primero torturaban antes de quitarles la vida y de despojarles unos cuantos pesos. Así como acciones delictivas de todos tipos, que son repetitivas, de tal manera que se han convertido en una realidad cotidiana.

Particularmente, me cuesta creer que un hombre recientemente fue apresado luego de ser  acusado  de violar a una decena de mujeres  que abordaban su carro como pasajeras en una ruta en pleno centro de la capital.

 No estamos hablando de un área lejana, solitaria, muy oscura, se trata de la Máximo Gómez  una de las vías más concurridas en la ciudad, lo que nos lleva a pensar que estas mismas escenas tan triste para cualquier fémina pueden estar sucediendo en lugares menos concurridos y apartados.  Esta situación no sólo asusta, sino que inquieta, pues no es tan fácil detectar a un violador en serie. Ellos normalmente son personas que parecen comunes, en algunos casos hasta tienen apariencias físicas aceptables, sin indicios aparentes de tener trastornos psíquicos, justo el anzuelo que hace que muchas mujeres caigan en sus trampas.

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