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El hechizo del Fútbol

Detalles<BR>El hechizo del Fútbol

¿Cuál es el misterio del fútbol, que acapara la atención de millones de personas sin importar raza, religión, nacionalidad, como si fuera un brebaje, una poción de hechizo que embruja a  hombres, mujeres y niños de todos los continentes?

El encanto del llamado “Deporte Rey” se evidencia en mayor grado cada cuatro años, cuando durante un mes, gran parte de la humanidad  hace suyo el Mundial, con un excesivo e inexplicable seguimiento de fanáticos que vibran, o se angustian, al compás del ritmo de un balón en constante movimiento accionado en la arena de juego por corpulentos, atléticos y apuestos jugadores, como Kaká.

Todos los deportes  son emocionantes,  de una u otra forma, pero  ningún otro como el fútbol.

Según cuenta la historia, en  la Edad Media  muchos caballeros se obsesionaron con este juego, entre ellos el célebre Ricardo Corazón de León, de quien se dice que hasta llegó a proponer al caudillo musulmán Saladino que dirimieran en un partido sus cuestiones sobre la propiedad de la Ciudad Santa, Jerusalén, cuna de las tres religiones monoteístas, la cristiana, musulmana y judía.

Esto sucedió hace siglos, pero todavía este deporte produce reacciones  en las altas esferas de cualquier país, como si tratara de algo de “vida o muerte”.

Cuando una selección pierde la contienda, puede hasta tornarse peligroso para los jugadores vencidos y producirse constantes humillaciones o represalias trágicas.

En el Mundial 2010, cuando el actual campeón, Italia, fue enviado a casita muy temprano, al no pasar la primera fase y no calificar, el escándalo  fue tremendo. 

Los titulares de los periódicos manifestaban de: “vergüenza” y “ridícula”. La televisión dedicó largas horas a analizar la derrota de la selección Azurra, como si se tratara de la quiebra del Estado de esa nación, que por cierto, en ese aspecto, tampoco anda bien.

En Francia sucedió algo similar, y hasta su presidente,  Nicolás Sarkozy, tuvo que involucrarse de lleno en el descalabro del equipo de su país, actual sub campeón del mundo, toda una decepción.

Qué decir en Inglaterra: una gran locura, y así por el estilo, pues   dignatarios de naciones, como el presidente de  Estados Unidos, Barack Obama, han  estado atentos a sus selecciones al igual que líderes políticos sindicalistas, religiosos y me imagino que hasta el papa Benedicto XVI debe estar celebrando en el Vaticano el triunfo de su Alemania, mientras los ingleses lloran.

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